jueves, 18 de diciembre de 2014

Tanto amor puede matar...

En Ceuta tenemos el único foso navegable del mundo construido sobre mar, la obra póstuma de César Manrique y, por si fuera poco, una puerta califal enclavada en las entrañas de las Murallas Reales cuya vista retrotrae a la época de cada una de las civilizaciones que la pisaron. En Ceuta encontramos las huellas de Ulises y Hércules y es perfectamente posible ver una montaña con forma de mujer dormida mientras saboreamos un te a la menta y disfrutamos de alguno de los atardeceres más hermosos del mundo. En Ceuta es estampa cotidiana que las campanas de la catedral se mezclen con la llamada al rezo de alguna mezquita.
En Ceuta, esto nos lo reservamos para nosotros. No por nuestra voluntad, no porque no queramos venderlo, no porque no queramos que se nos conozca como la perla entre el pecho y la garganta del mundo que inspiró al poeta. No nos dejan que la gente descubra por sí sola que somos más que grupúsculos yihadistas, asaltos a la valla y algún desbarre político. Más, mucho más, y mejor.
En Ceuta, tenemos que soportar el acoso y atosigaminto de las compañías navieras. Las mismas que cambian de criterio y de precio como les da la real gana. Las mismas  que anuncian ofertas para épocas tan entrañables como esta y, con la arbitrariedad del impune, cambian a última hora para que a una persona no residente le sea más rentable viajar a según que sitios del extranjero que a esta España inédita. Y en Algeciras me apuesto lo que quieran a que, si nos visita el Levante en estos días, no veremos a tanta oenegé ni a tanto político de sonrisa Profidén haciéndose la foto como ocurre en el Paso del Estrecho cuando un barco llega tarde.
Dice cierto empresario naviero que nos quiere. Que mira por nosotros. "Ocúpate del alma dijo el gordo vendedor de carne", cantaba Sabina. Se nota ese amor: con tres fotos de una pavana y el faro en el puerto de Algeciras o dos columnas en una revista propia de esas que se usan para que el niño dibuje en el viaje y no de más el tostón. Poniéndonos el pie en el cuello en épocas de movimiento turístico. Otra de música:  Brian May, "Too much love will kil you". (Demasiado amor puede matar)...

jueves, 11 de diciembre de 2014

Era un 12 de diciembre...

"Ustedes recordarán, aquella gran levantera que saltó en nuestra ciudad". Doce de diciembre: día olvidado en las entrañas del mar y al que sólo un lúgubre villancico y algunos buenos reportajes mantienen vivo en la memoria colectiva.
Un doce de diciembre, día en el que 64 marineros perdieron la vida, en el hundimiento del Lobo Grande, el San Carlos y Los mellizos. Y algún superviviente qué, como la canción, caminaron el resto de sus vidas con toda la mar detrás.
Es doce de diciembre. Día  previo de comidas con amigos y de compras navideñas. Pero también para mirar a la Almadraba o Santa Catalina y perder un segundo pensando cuantas vidas, en un pesquero, una patera o por una imprudencia, se habrá tragado la más hermosa y traicionera de todas las cosas de la tierra. El mar. 

martes, 23 de septiembre de 2014

Y Hyde se comió a Jekill

Hay veces en los que uno lamenta no dejar por escrito ciertas predicciones que hace en privado. Recuerdo una cena con compañeros hace algunos años en los que comenté mi sensación de que había algo en Alberto Ruiz-Gallardón que descolocaba. No podía ser que el que fuera secretario general de la AP de Fraga e hijo de una familia de abolengo en el anterior régimen pareciera, a veces, a la izquierda de Llamazares. O nos había ocultado su verdadero yo en los 80, o lo estaba haciendo ahora.
El alcalde de Madrid de los dos primeros fiascos olímpicos y los atentados del 11 M fue, finalmente, ministro. Y el Gallardón progre, que provocó algún sueño húmedo en cierta izquierda sólo de pensar en un capítulo de transfuguismo, murió. El -me temo- verdadero Alberto machacó a su rival. Hyde devoró a Jekyll.
Abandonado por los suyos, denostado por los de enfrente, tira la toalla uno de los políticos imprescindibles del último cuarto de siglo. Y al que, finalmente, le pudo la coherencia. No tiene sentido defender ahora un proyecto de ley modificado tras confiar su carrera política al texto original. Para delicia de Rouco Varela. 

martes, 5 de agosto de 2014

El regreso del cura maldito

Es un cuatro de agosto tan costumbrista y caluroso como cualquier otro. Pero ayer, mientras unos cuantos compañeros tratamos de recoger algo de sonido del acto de Ofrenda Floral a Santa María de África, una imagen me hace abandonar momentáneamente la labor y volver veinte años atrás en el tiempo. No está con el obispo Zornoza ni con el resto de sacerdotes, capellanes y diáconos que asumen la parte religiosa del acto. José María Béjar Sánchez reza sólo, tras la imagen de la Patrona de Ceuta, en las puertas de la Iglesia que durante tantos años dirigió.
Me acerco a el y me quedo mirándolo unos segundos hasta que me reconoce y nos abrazamos. Tiene el mismo aspecto que la última vez que nos vimos, hace más de una década, y constato que su mítica dureza de oído se ha transformado ya en audífono.
Nunca fue un hombre con habilidades sociales. Al contrario. Y precisamente ese carácter seco y cortante, ese enfrentamiento con buena parte de la jerarquía cofrade -y política- de la Ciudad fue su talón de Aquiles en los peores momentos de su sacerdocio en África: cuando la Iglesia patronal se le llenó de feligreses de piel morena, los mismos que protagonizaron los disturbios del Angulo en 1995.
Béjar fue insultado, repudiado y criticado por un sector de la sociedad, que no dudaba en calificarlo como el cura maldito o exhibir pancartas como "Sacad al demonio del templo de la patrona". Gente que no entendió que, de todos los que tenían algo que hacer sobre el asunto, precisamente fue el único que cumplió escrupulosamente con su cometido.A los políticos la inmigración les cogió con el pie cambiado, la sociedad ceutí no estaba preparada para esa circunstancia y el hizo lo que debía: darle de comer al hambriento y beber al sediento.
Con su hermana, Rocío, y su inseparable Afriquita, recordamos los tiempos en que los monaguillos traviesos cambiábamos vino por agua, subíamos a misa con el transistor para escuchar los partidos de Primera División o simulábamos voces de fantasma en la cripta que está bajo el altar de la Patrona. Cosas de quinceañeros.
A Béjar, que sólo se despistaba para ver torear a su paisano El Cordobés y era convencidamente de derechas, escuché calificarlo de rojo y antiespañol. A Béjar, que encima tuvo la mala suerte de ser párroco de África justo cuando la Virgen no pudo procesionar por el mal estado de la talla, le llamaron "curilla maldecido" por esto. Cuando la bomba de relojería -que había advertido previamente- que siempre forman la desesperación del que huye y la desidia de quienes gobiernan estalló en el Angulo, muchos hicieron juicios de valor y defendieron la consigna oficial. Pero al día siguiente el, el curilla maldecido, era el único que estaba repartiendo leche y mantas entre los pocos que quedaban en el actual Museo de Ceuta.
Nos despedimos. Me dice que, como cuando era el cura de África, bajará un momento a la feria y se volverá a su Córdoba natal donde sigue ejerciendo como capellán de un hospital y colaborando en dos o tres parroquias. Nos volvemos a abrazar mientras la ofrenda sigue su curso. Emplazándonos a vernos de nuevo, tal vez, el próximo cuatro de agosto. Que ironía, don José: a los pies de la Patrona. 

sábado, 2 de agosto de 2014

Esperando a Lucky Luciano

Cuando Lucky Luciano mandó hundir un crucero en el puerto de New York no sólo estaba perpetrando un cruel y gratuito  atentado terrorista. Estaba mandando un mensaje de poder a una CIA desesperada porque todos los barcos que salían con provisiones a las tropas combatientes en Europa eran hundidos sistemáticamente a una determinada altura: en el puerto de la ciudad de los rascacielos, mandaba el.
La inteligencia norteamericana interpretó el mensaje y aquellos agentes nazis que trabajaban infiltrados como estribadores fueron literalmente barridos. Luciano estaba en la cárcel, si, pero sabía que su presidio era cuestión de tiempo. El que fuera necesario para que el Gobierno Federal le pidiese el trabajo sucio que no está al alcance de un gobierno democrático.
El siguiente encargo llegó años más tarde. Con Hitler empecinado en la conquista soviética manteniendo dos frentes abiertos, la suerte de Mussolini estaba echada. El Desembarco de Sicilia era necesario. EE.UU volvió a recurrir a su enemigo íntimo. Un telefonazo a los primos y comenzaron los actos para propiciar que el sur de Italia fuera el escenario del desembarco de la Flota norteamericana.
A cambio, hubo que pagarle una factura ciertamente elevada. Que los primeros alcaldes de Sicilia fueran de la familia  -no es lo mismo que familiares: ya me entienden-, algún trabajito para los amigos del puerto de Marsella y el capricho con unos amigos de tener algún casinito y unos hotelillos en algún lugar de Nevada llamado Las Vegas. Que los primos sicilianos hoy sean conocidos como Cosa Nostra, que Marsella haya sido el gran almacén de cocaína del sur de Europa durante décadas o que Las Vegas sea lo que es hoy en día igual es casualidad.
Con el paso de los años, hemos ido conociendo estos tratos. Lo que convierte en incoherente, por ejemplo, querer entender como funciona el mundo y no haber visto la trilogía de El Padrino. La guerra no se gana y la paz no se consigue, pues, con la pericia de los generales, la destreza de los gobernantes o las mejores dotes diplomáticas. A Mussolini, pues, contribuyó a vencerlo un mafioso y a Hitler le dio el golpe de gracia un español embustero. Y si algún día se acaba la barbarie en Gaza y palestinos e israelíes -ciudadanos, no estados- alcanzan la paz que merecen, me da la impresión de que habrá que preguntarse a que extraño individuo, a que negociación clasificada en los servicios secretos, le deberá el mundo un nuevo respiro. 

sábado, 14 de junio de 2014

Simplemente, gracias

Cuando Vicente Del Bosque dio la lista de convocados para el Mundial, me callé. Sabía, como muchos aficionados, que la lista no es la que hubiéramos hecho la mayoría, pero como a todos los aficionados se me escapa "la otra selección": la del vestuario, sin cámaras ni taquígrafos, la del grupo humano. Se que el Marqués se decantó por acabar su ciclo futbolístico, para bien o mal, con los hombres con los que ha entrado en la gloria.
Por eso, respeto profundamente la lista de Del Bosque. Pese a que yo tampoco hubiese  incluido en la misma ni a Torres, Villa, Casillas, Costa o Piqué. No están, pero yo no soy el seleccionador., Y nos han dado mucho más de lo que ahora reciben.
España era una selección mediocre, acomplejada. Pero a un milagro en Austria le siguió un bendito verano en Sudáfrica, y a este una exhibición en Ucrania y Polonia. Y los españoles pasamos de no creer a ver como insuficiente ganar a Portugal en los penaltis de una semifinal y empatar con Italia en un partido inaugural. Y ya nos habíamos citado para Maracaná con Brasil. Como si fuese fácil. Como si no fuese verdad que el último equipo en ganar dos mundiales fue el de Garrincha o Pelé. Cómo si fuese mentira que esta es la única selección en ganar tres títulos de modo consecutivo. Como si creyésemos que nunca más íbamos a morder la arena.
Ayer Holanda nos dio un doloroso baño de realidad. El Guardiolismo ha muerto. Y con el un estilo, una manera de hacer las cosas que nos abrió puertas que nunca hubiésemos soñado. El futuro -inmediato- no es placentero. Por tanto, sólo cabe decir, a la espera de la sangre fresca de los Thiago, Alberto Moreno, Carvajal, Isco, Adrián o Bartra, una cosa. Simplemente, Gracias.

viernes, 13 de junio de 2014

Aquel San Antonio...

Todo lo que pudo salir mal salió peor aquella noche. Hasta la que traía los bocadillos para una hambrienta redacción no se percató de que existían unos aparatos conocidos como telefonillo, y que te permiten si le das a un botón ahorrarte media hora gritando el nombre de tu bar desde la carretera. No era la mejor fecha en  un periódico cuyo cierre había sido la última promesa electoral del candidato ganador.
Era un 13 de junio de 1999, hace 15 años. Lo mejor fue explicarle, uno por uno, a todos los medios foráneos como era posible que Ceuta hubiese votado como presidente a un tipo que solo hacía seis meses que residía en la Ciudad Autónoma, y que hasta entonces la había visitado una vez catorce años antes para comprar quesos de bola.
Así que Antonio Sampietro se convirtió un mes y una moción de censura más tarde en presidente de Ceuta. Aquello acabó tan mal como esperábamos: un gobierno desintegrándose en no se cuantas fracciones del Grupo Mixto, la imagen de la ciudad por los suelos y el fantasma del lobo que puede volver siempre presente.
A Sampietro sólo le volví a ver una vez después de su marcha de Ceuta. Fue en un bar donde presentaba sus memorias demasiado sinceras y, con la cordialidad de los viejos rivales, compartimos un café, un apretón de manos y una agradable charla. La vida me lleva años después a pasear con cierta frecuencia por el Poble Sec barcelonés donde nació y -decía.- compartió juegos con Joan Manuel Serrat.  Aunque me cuentan que en ese barrio a la falda de Montjuich todo el mundo dice haber jugado con el Nano de niño...
Fue, contra mi voluntad, presidente de Ceuta.  De lunes a viernes, puesto que verle un sábado en la Ciudad que le eligió como alcalde era rematadamente raro (Memorable su imagen en el palco del Nou Camp viendo a Raúl mandar a callar mientras se inundaba el Poblado Legionario y los vecinos la emprendían a pedradas contra el Ayuntamiento) Y pese a que no fue electo con mi voto, no dejo de reconocer que tuvo que tragar sorbos demasiado amargos y algunos, incluso, injustos. Yo, a diferencia de muchos de sus seguidores de entonces,  no me olvido de que fue presidente de mi Ciudad, a fin de cuentas, y por eso me gustaría ver su fotografía alguna vez junto a  la de otros ex  en cierto pasillo del ayuntamiento. 
                                                 
Y no, Ceuta no se volvió loca. Simplemente, se sintió abandonada por derechas, izquierdas, localistas y los de más allá, para claudicar ante la mejor campaña electoral que he visto jamás. El GIL fue el clavo ardiendo.
El populismo nace de la ineficacia, de la sensación de abandono, de la desesperación. Da igual que quien lo lidere hable con su caballo o lleve camisa de cuadros. Cuando emerge y vence, lo más procedente no es lamentarse del qué. Es preguntarse por qué. 

lunes, 2 de junio de 2014

¿La hora de los Rolling?

La abdicación del Rey se hizo pública ayer, pero posible e involuntariamente el primer paso se diera hace un año y medio. Concretamente, cuando Benedicto XVI anunció la suya propia. Si la cabeza visible de la institución más antigua del mundo era capaz de renunciar a su apostolado, si la cristiandad vivía momentos de sede vacante sin cadáver de por medio en seis siglos ¿qué impediría que un Rey pudiese hacer lo propio?. Desde entonces tres reyes europeos -los de Bélgica, Holanda y ahora España- se han "marcado un Ratzinger".
Como en el caso del Papa alemán, la abdicación llega en el peor momento. A Ratzinger le acosaban las filtraciones y los casos de pederastia; al Rey la crisis económica más corrosiva en décadas y la corrupción, empezando por su propia familia. Y ambos, en sus mensajes, hablaban de la falta de energía y la necesidad de nuevos tiempos para justificar su histórica decisión.
¿Cabe, pues, prever, un "efecto Francisco" en el reinado de Felipe VI?. Sería aventurado predecir nada, pero el sentido común más elemental apunta a que el cambio no puede ser una mera sustitución de caras. El futuro Rey Felipe VI debe saber interpretar en el presente los retos para el futuro rompiendo sin fracturar con el pasado.
Si sostengo y escribo ahora que la posibilidad de un Gobierno de concentración nacional es más palpable que nunca. Felipe VI tendrá que asumir casi cuarenta años después el papel de su padre, pero a Rajoy probablemente le quede jugar el rol de Arias Navarro. Quizá sea el momento, pues, de un gran consejo de sabios sin ambición política; de tecnócratas que asuman la complicada tarea de gobernar renunciando a cualquier aspiración futurible y con dos mandatos: cumplir con los asuntos meramente administrativos y reformar todo lo reformable. España evoluciona, si o si, a un Estado Federal y a profundas reformas en estructuras ya antiguas del Estado.
¿Quien al frente?. Alguien con prestigio en Europa y que lleve décadas peinando canas. No tengo más fuente que mi propia elucubración, pero se me ocurren tres o cuatro "viejos rockeros", auténticos Rolling Stones de lo público ociosos en este momento. Una alianza de viejos para que los cuasi cuarentones tengan el camino despejado de minas en las próximas generaciones. Atentos, pues. Vienen tiempos difíciles pero, desde luego, apasionantes.

lunes, 26 de mayo de 2014

El gato que se asusta ante el espejo

No sé si ustedes han convivido alguna vez con un gato. Si no es así, se lo recomiendo encarecidamente. Así podrán reirse, por ejemplo, cuando el animal se pone delante de un espejo, se le hincha la cola y se asusta de lo que ve hasta el punto de que puede empezar a maullar o gruñir a su propio reflejo. Sin ser consciente de que lo que está viendo es su imagen.
Algo parecido le ocurre a Europa. Se mira hoy ante el cristal y da un salto hacia atrás en medio de agudos alaridos. Sin percatarse ni asumir que lo que está viendo es el reflejo de un modelo caduco, anclado en 1968 y que no ha asumido aún que el centro del mundo en este siglo no está en el Viejo Continente, sino en el Pacífico. Inocencio Arias daba por buena hace algunos años en una entrevista en Ceuta en la Onda la teoría de que el tradicional teléfono rojo tendría dos extensiones más, Brasilia y Pekín, en el siglo XXI. Ninguna, como ven, en Europa, la antigua evocadora y hoy desilachada Europa.
Que Francia, campeona de los derechos cívicos en el último medio siglo, se entregue a los herederos del nazismo es preocupante. Pero quita el sueño saber que el Frente Nacional ha arrasado con el voto obrero y de la emigración como parte fundamental. Qué el Reino Unido, líder de una heróica resistencia contra los fanatismos registre un apoyo del 22% a partidos de extrema derecha, descoloca. Y en Grecia, cuna de la civilización, Samaras se diluye entre comunistas y neonazis. Sólo resiste con dignidad Angela Merkel. El resto de los gobiernos europeos muerden la lona o celebran seguir de pie. Se habla con normalidad de triunfos de la extrema derecha y casi es noticia que los europeístas hayan ganado unas Europeas en Holanda. 
Y España. En un país tan condicionado por los dictados de Bruselas, el 55% decide que tiene cualquier cosa mejor que hacer que ir a votar. Lo que nos deja una peligrosa fractura entre política y ciudadanos que ni siquiera el auge de nuevas formaciones puede disimular.
Y el 45% de los ciudadanos que si hemos ido a ejercer nuestro derecho al voto, dibujamos un panorama ciertamente ingobernable. El PP gana, si, pero por incomparecencia de un rival qué parece entregarse a ir de derrota en derrota hasta la victoria final. El PSOE no tiene un problema de vendedor. Lo tiene de producto. No les bastará sólo con "susanar" errores. La autocrítica puede ser dolorosa, pero es la única opción que les queda a los socialistas si no quieren enfilar el camino de la UCD de modo irreversible. 
Las Elecciones Europeas nos dejan un preocupante mapa en Cataluña. Es cierto que el 44% vota por formaciones proclives a la independencia. Quizá, por la tradicional ambigüedad del cuerpo electoral de CiU, habría que reducir el porcentaje. Bien es cierto que, pese al ascenso de los electores, el 54% de los catalanes se queda en casa, y que ni sumando los votos de republicanos y coaligados se puede hablar de una amplia mayoría. Pero queda claro que dar por bueno esto y ponernos a silbar sería como dar aspirinas contra la metástasis. Algo se debe hacer en Cataluña, más cuando PP y PSC firman resultados ridículos que son deprimentes si vemos la proyección a generales. La teoría del  incendio por exceso de combustión que parece haber acuñado Rajoy se revela errónea. Llega el momento de los sibilinos: o la tercera vía o confiar en que la gestión desmonte la ideología en el caso de un eventual gobierno de Junqueras, toda vez que Mas aparece amortizado, sin estar muy convencido de ir donde dice querer y sabiendo que no puede dar marcha atrás.
Las elecciones europeas nos dejan además a partidos que crecen por debajo de sus expectativas, como UPyD o IU, que tendrán que coaligarse o asumir el frenazo con Ciudadanos o Podemos, respectivamente. Y de Pablo Iglesias, decir que habrá que darle el beneficio de la duda. Es joven y rezuma carisma, más ese aire de bolchevismo y sus contínuos guiños al mundo abertzale recomiendan prudencia. Pero eso sí: ha enterrado la campaña clásica y demostrado que, sabiendo manejar las redes sociales y posicionarse en los medios, se llega más lejos que repartiendo sobrecitos en el mercado o buscando el puerta a puerta. para atiborrar al personal de  mecheros y globitos. Pese a que la Ley D'Hont y la -nada descartable- posibilidad de que Municipales, Autonómicas y Generales coincidan el próximo año reforzarán al bipartidismo en esos comicios. 
Como a la mítica Casandra, al escribano le queda el consuelo de decir "lo advertimos". El buenismo, y hoy Europa me da la razón, es el principio del fascismo.

sábado, 24 de mayo de 2014

La Décima en cinco puntos

1) Cuando un equipo asume que es mejor celebrar triunfos propios que derrotas ajenas, firma un contrato con el éxito. Cuando se recuperan valores de club, los laureles reverdecen. Ese es el éxito del Atlético: campeón de Liga y subcampeón de Europa. Que estén de vuelta en la élite es de celebrar
2) Eso mismo es válido para un Real Madrid demasiado acomodaticio en los últimos años. En algún lugar de ese vestuario, entre caras gominas y fichajes multimillonarios, aún vivía la forja del barro en la que se cimienta su leyenda
3). Magistral el Atlético como Ancelotti en los cambios. Isco dió más circulación al balón y Marcelo obligó al Atlético a renunciar a las bandas. Morata necesita madurar, pero esta final demuestra, pese a la victoria, que Benzemá no es jugador para el Madrid
4) El Atlético dejó respirar a su rival cuando este besaba la lona. Dejó a Modric suelto, aflojó en defensa y trató de perder tiempo durante toda la segunda mitad. Caro y excesivo lujo para un Madrid que jugaba, a fin de cuentas, su competición.
5) Finalmente, Ancelotti es el domador de fieras que nos vendieron hace un año. Yo dudaba, y ahora me retracto, sobre si era o no el entrenador adecuado. Ahora bien: la historia de 10 Copas de Europa no merece numeritos como el de Cristiano enseñando los músculos -marcó, de penalti, cuando el partido estaba ganado; no apareció antes- ni el de Florentino cual hincha en el palco. La mujer del César no sólo debe ser honrada, sino parecerlo
PD: Lástima que Gales no vaya al Mundial. Porque, a día de hoy, el Balón de Oro debería estar entre Gareth Bale y Diego Costa. 

martes, 13 de mayo de 2014

Confieso que he llorado

No nos engañemos. No me hacía especial ilusión que vinieras, porque daba por hecho que me encariñaría contigo y tendría que vivir tu partida. Pero también sabía que eras parte innegociable de un pacto de convivencia suscrito hace casi dos años y que, más que una coalición, lo nuestro sería un tripartito.
Tal y como lo temía, te fuiste. Casi sin darnos tiempo a despedirnos, y fiel a ti mismo, a ese carácter altivo y luchador que mantuviste hasta el final de tu camino. Y se que no te puedo mentir: nos has visto llorar como niños desde ese rincón del cielo al que siempre llegáis vosotros y rara vez los banqueros.
No pienses, querido amigo, que hemos tratado de sustituirte. Sabes que sería y será imposible. Pero hubo algo que me convenció: una foto de un semejante tuyo, de apenas tres meses, que necesitaba un hogar. No ha transcurrido el suficiente tiempo para cerrar la herida, pero hay que seguir adelante como hubieras querido que lo hiciéramos.
El nuevo y nosotros aún andamos de adaptación. No es fácil y lo sabes, porque tu también lo viviste. Pero quiero que sepas que lo hemos hecho como nuestro mejor homenaje a ti: darle a otro la vida de cuidados y atenciones que disfrutaste y merecías.
Me dedico a una profesión que, en ocasiones, puede ser muy desagradable. Cuento, y veo a diario, historias de desahucios, de gente que lo pierde todo, de asesinatos, de injusticias, de fenómenos naturales,  de trinques y trincones; del odio y las vísceras hechas ideales políticos. Me preocupa, sinceramente, mi futuro y el de los que vendrán.
Por eso, lejos de encallecerme, sabes bien que eras el ratito de esa ternura que todos necesitamos y es terapéutica para el alma. Tú, y tu carácter agriado, que nos hacían reír tanto. Se que pensabas que te lo quite todo. Pero espero que ahora entiendas que no fue así.
Si, confieso que he llorado. Como un niño, pese a mis casi cuarenta años y casi dos metros de altura. Y no me da vergüenza: si pierdo la capacidad de extrañar al mejor gato del mundo, no sería yo. Como suena: no se si parece frívolo en medio de estos años de histeria, pero es así.
No te preocupes, que al otro lo cuidaremos como a ti. Y algún día se que os veréis. Y espero que coincidáis en que tanto tu como el habéis tenido la mejor vida: con respeto, sin excentricidades, pero con todas las atenciones. Hasta siempre, Mischi. Bienvenido, Don Vito.

sábado, 15 de febrero de 2014

La playa de la muerte

A principios de aquellos años 2000 en los que no mandar el niño a Dublín a practicar el inglés en verano, no veranear fuera o no tener televisión de pago era síntoma de andar canino, mi amigo Mohamed Laarbi me llamaba a la redacción de El Pueblo de Ceuta de cuando en cuando para hacerme ver una queja que los vecinos de Príncipe Alfonso le hacían llegar a la Asociación que entonces dirigía: la playa del Tarajal. Decía que era la más antigua de Ceuta, que estaba abandonada y que a los vecinos del hoy televisivo barrio les asistía el derecho de tener tan cerca y tan en condiciones su playa como nos pasaba a los del Polígono con el Chorrillo o a los del centro con La Ribera. No era, por desgracia, el único problema del Príncipe ni  por supuesto el más grave, puesto que el escenario de los amoríos de Hiba Abouk y Alex González se ha ido cocinando durante años y a fuego lento. Pero si recuerdo aquellas conversaciones.

La playa de El Tarajal es un lugar bello. Como tantos en una ciudad privilegiada con los mejores atardeceres del mundo.  Pero a veces, como el caso, el capricho de la naturaleza es un manto sobre historias de miedo y desolación. Es la España Vinícola, lugar de un crimen que estremeció a la Ceuta de los sesenta. Es el lugar de espectaculares puestas y nacimientos de sol donde un cinco de septiembre mataron a un hombre bueno llamado Antonio Sánchez-Prado junto a algunos de sus colaboradores.

La playa de El Tarajal invita a mirarla con el sol cubriendo de rosa cualquier atardecer de poniente; a  fijarse en aquella Piedra del Pineo en cuya base pusieron los pescadores una Virgen del Carmen. A ella bajan cada 16 de julio a pedirle con flores protección para los muchos marineros que salen a faenar. Y, supongo, que perdón para aquellos que se tragó la mar, como los protagonistas de aquel 12 de diciembre a los que se honra cada año en forma de villancico, como esos hombres del mar que fallecen en los doce meses anteriores y a los que siempre se dedica la primera "levantá" de la Estela de los Mares, para luego ir parándola frente a las casas donde falta alguien por primera vez.  En ese barrio donde se establecieron los pescadores tras el fin del Protectorado. Hay un curioso llano con palmeras y restos de escombros, donde a mediados de los 80 murió Hassan, aplastado mientras dormía en su barraca por un muro de contención que arrastró el levante. Por no hablar de la pequeña arrollada por un vehículo durante  el pasado verano.
   Momento del rescate de un cadáver el 16/02



Pasear por Martínez Catena hasta la frontera es, además de un sano y concurrido ejercicio, recorrer un camino de olor a salitre, últimos vestigios de la pesca artesanal o hermosos rincones para la fotografía. Y a veces, como esta mañana, encontrarte un remolino de curiosos y cuerpos policiales contemplando como el mar devuelve a un hijo del hambre más, otro golpe a la conciencia de quienes han hecho este mundo y los que nos quejamos de cuestiones frívolas en comparación con lo que el paisaje nos ofrece. Y ella sigue ahí, como testigo silente de la vida y la muerte. Tan injusta la primera como democrática la segunda.