lunes, 23 de julio de 2012

Propuestas sin coche oficial

De las pocas noticias que he leído en mis casi extinguidas vacaciones, una me ha llamado sobremanera la atención. Que el pleno de la Asamblea debatirá la próxima normativa sobre transporte público urbano  en el próximo mes de septiembre.
Y aún siendo consciente de que mis propuestas -o propuestos- serán desoídas, creo que al no disponer de coche oficial ni vivir en el centro de la Ciudad, estoy en condiciones de hacer una serie de sugerencias para que caigan en saco roto, nuevamente, pero de las que al menos quede constancia.
1) Conexión de autobuses con la Estación Marítima y el Helipuerto. Resulta verdaderamente bochornoso que las vías de enlace de Ceuta con la Península estén incomunicadas salvo que se vaya en taxi o vehículo particular. Cualquier aeropuerto o estación ferroviaria de medio pelo ofrece al recien llegado dos opciones de transporte público.
2)Habilitación de una línea Puerto-Frontera. Es aún más deprimente ver en la parada de las Puertas del Campo la imagen del "guiri" cargado con las mochilas y esterillas y el chofer señalándole la señal de Supersol mientras le dice "llega ahí. Luego cruza la acera" para coger el barco.,
3) Locución de las paradas.  No soy sospechoso de estar en contra de que se escuchen las emisoras de radio. Al contrario. Pero creo que tampoco estaría de más que una voz en off fuese anunciando las paradas a las que se va a llegar (Ej: próxima parada Manzanera) .
4) Denominación de las paradas. Cuando tu transporte habitual es el autobús, aprendes de memoria en que loseta para el de Los Rosales y en cual el de la Frontera. Pero para aquellas personas que no lo sean, no sería mala idea que supieran donde esperar en vez de jugar al "adivina, adivinanza ¿el de Benzú por donde pasa?". Como no creo que fuera un esfuerzo de titanes especificar, en un mapa, que combinaciones hemos de coger para llegar a tal o cual punto. Invito a quien no lo crea a que vea un mapa de transporte público de Madrid o Barcelona.
5) Venta de abonos en el mismo autobus. O en más sitios que no sean la propia sede de la Empresa de Autobuses.
Se me quedan algunas propuestas. Aumento de los horarios los fines de semana, construcción de una parada central como aquella que tuvimos durante siete años y tiramos abajo para levantar la Estatua a la Constitución, etc. Pero se que estas propuestas caerán en saco roto.Aclarar que estas son propuestas para mejorar, desde mi punto de vista: nada en contra de los empleados de la empresa que, con las lógicas excepciones, son grandes profesionales. No dispongo de coche oficial. Y lo que mola es conectar Ceuta con Tánger -que mola, de verdad-, aunque sea sin pensar en como podemos solucionar los muchos problemas del transporte en Ceuta....

sábado, 21 de julio de 2012

Matanzas, foros y estigmas

No soy licenciado en Periodismo. Y no voy a abrir el debate sobre si eso es mejor o peor; he conocido grandes periodistas y auténticos fraudes con y sin título. Pero si alguna vez -improbable- diera clase, no aburriría a mis alumnos con el Martínez Albertos o la pirámide invertida. Quizá sería más productivo para ellos y, sobre todo, para la sociedad, hacerles partícipes de una serie de frases, de mantras, de conceptos que deben tener claros.
Uno de ellos sería la información sobre la enfermedad mental y la estigmatización sobre los lugares en los que ocurren tragedias.  A veces, y el caso del cabrón de Oslo es un ejemplo, se tiende a preguntar si cuando alguien perpetra una masacre tenía algún tipo de trastorno. No.  A veces el mal es así porque se viene con el de serie. Conozco a unos cuantos esquizofrénicos y bipolares: garantizo que son gente encantadora. Y cuando hay un enfermo mental de por medio, es cuando tenemos que replantearnos muchas cosas.  Quizá venderíamos cincuenta periódicos menos al día siguiente, pero sería más correcto si en los titulares especificaramos si el trastornado en cuestión sabía que lo estaba, si tomaba el tratamiento, si lo sabían sus familiares y, esto es tan desgarrador como común, si sus familiares disfrazaban de depresión la vergüenza de tener un "niño tonto".
Estigmatización de colectivos, pero también de lugares. Ayer, en Colorado (Estados Unidos) un grupo de gente se disponía a hacer lo mismo que yo hice a medio mundo de distancia: quedar para ver la tercera entrega del Batman de Nolan. En Colorado, en Ceuta,  en Bratislava, en Londres: miles de personas pagando una entrada de cine para  evadirse un par de horas y disfrutar de una, por cierto, magistral película. Ocurrió en Colorado, en una peli de superhéroes, pero podría haber ocurrido en El Escorial, Florencia o Le Havre viendo Blancanieves: alguien entra con un rifle y mata a doce personas.
Y en los foros, donde no hace falta más máscara que la del anonimato, no han faltado ya los ataques a Estados Unidos. Que si la sociedad violenta, que si están todos locos, que si los rifles. Cabría preguntarse que pasaría en España si todo el mundo tuviese acceso a un arma.
A los norteamericanos no les perdonamos nada. Les echamos la culpa de todo. Sin embargo, que bueno están el Marlboro, la Coca Cola y el Jack Daniels. O los Donuts con chocolate y el McDonalds. Nos están invadiendo, son el imperio del mal, pero nos falta tiempo para ver la NBA porque nos llena de orgullo ver a españolitos jugando allí. Y el cine francés no llena salas en España, por ejemplo.
Sinceramente, se que han hecho cosas reprobables. Como todos los países: ellos con la Escuela de las Américas, pero  Francia siempre tendrá la conciencia sucia por haber provocado en Ruanda el mayor genocidio desde la II Guerra Mundial. Una Guerra que Europa ganó, se quiera o no, gracias al concurso de los norteamericanos y a la determinación de hombres como Eisenhower o Patton. Si, tienen muchos defectos, pero también nos llegan algunas de las más evocadoras historias de cambios sociales desde el otro lado del Atlántico. Y si, el paleto norteamericano existe. Son gente normal y corriente, como usted y yo, que van al trabajo, pagan la hipoteca y les gusta divertirse. Merecen más respeto que el de unos cuantos chistes bordes escondidos bajo la cobardía de un nick en muchos foros.
 PD: Se como se llama el asesino de Noruega. Pero permítanme que no contribuya a su leyenda mencionando su nombre.

lunes, 9 de julio de 2012

Del perdón y el olvido

Barcelona se despierta luminosa. Es una mañana cálida, más no el bochorno que a media tarde suele azotar a la Ciudad Condal: corre un cierto airecito que alegra y amortigua los rigores del verano. La metrópoli catalana se ofrece, a media mañana, al paseo sin prisas, a la lectura reposada, al trinar de los pájaros en cierto barrio cuya tranquilidad es tan absoluta que parecería mentira se trate de parte de una ciudad bulliciosa, infernal y frenética en sus más céntricas calles.
La lectura reposada, acompañada de un refresco y mirando el reloj por pura curiosidad se ha convertido, cosas de la vida, en uno de mis grandes placeres, de mis pequeños síntomas de libertad. Y la portada y edición del diario El Mundo de hoy invitan a leer con detalles, sin prisas, la entrevista con la que el periódico recuerda la fatídica fecha. Ya han pasado quince años.
La entrevista es con Miguel y Chelo. Un matrimonio que debiera estar ya disfrutando de su jubilación, viajando a Benidorm, jugando a la petanca o cuidando de los nietos, pero al que la vida se le paró justo hace tres lustros. En 1997. En el año en que su hijo, Miguel Ángel, pagó con su vida ser de un partido político y trabajar por sus ideales.
¡Coño, década y media!, pienso. Pero para ellos no. Ellos, reconocen a Fernando Lázaro, viven atrapados en aquel mes de julio. Reviviéndolo cada día. Recordando aquel maldito momento en el que un periodista preguntaba al patriarca de los Blanco Garrido si sabía que su hijo había sido secuestrado por ETA. Y el infierno que vino a continuación. Y el espíritu de Ermua. Y los lazos azules y las manos blancas. Y el pellizco en el alma, preludio de alguno aún mayor en forma de trenes desilachados siete años después.
Los padres del concejal afirman que nunca habrá perdón en su casa. Ni, por supuesto, olvido. Y es que ambas son cuestiones tan etéreas, acepciones tan empleadas, que a veces no nos paramos a pensar en lo que significan. Creo que vienen bien periodistas con agendas marcadas en rojo para recordar ciertos aniversarios. El olvido significaría la derrota definitiva de los que aún tenemos conciencia. Y de ahí a la relativización sólo hay un paso.
Y que nadie hable de perdón, de gestos generosos ni de gaitas. No. El Estado puede ser clemente. El perdón va mas allá; supone dar por finiquitado el daño recibido. Corresponde a las familias; a los que recibieron una llamada a altas horas de la madrugada o la inesperada visita de unos agentes para comunicar una mala nueva. A los que desde  cualquier maldita fecha, en el País Vasco o donde fuera, se les paró el reloj.
No habrá perdón para Txapote, maldito verdugo de alma en piedra. "¿Qué pasa, que por que ETA ya no mate es buena?. Cuando no consigan lo que quieran, volverán a hacerlo", espeta el padre de Miguel Angel en relación a la banda. Quien pueda perdonar, que perdone. Y quien no quiera, que no lo haga. Pero solo pueden hacerlo las víctimas.
El resto, solo podemos hacer una cosa. No olvidar.  Y es difïcil escribir la historia cuando el alma aún está en carne viva. Me lo recuerda aquella maldita sensación de vértigo, de escalofrío, que recorrió como a millones de españoles cada poro de mi piel en esos tres malditos días de julio. . Y me lo recuerda una silueta lejana, aquí en Barcelona. La del supermercado Hipercor, que se alza a escasos metros de mi parada matutina. La vida es puta de lujo  y, como tal, caprichosa y retorcida. ¿Que otro lugar más apropiado para que el recuerdo de un julio del 97 me sorprendiera en forma de periódico?.