jueves, 31 de mayo de 2012

Historias Olímpicas (VI). Maratón: muertes, mensajes y aguadores

Antes de la batalla de las Termópilas que tantas obras literarias y cinematográficas han inspirado, hubo una confrontación entre griegos y persas que también dejó poso para la leyenda. Persia había puesto en Grecia su mirada; antes que Jerjes fue Darío, su padre, quien quiso someter a la península helena. Cuatrocientos noventa años antes de que naciera Jesús de Nazaret, espartanos e invasores se baten en una sangrienta batalla de cuyo resultado dependían las siguientes décadas.
El lugar era Maratón. Y el primer protagonista de esta historia es un hemeródromo –correo- ateniense con una función: presenciar la batalla y traspasar las columnas de soldados, esquivar cadáveres y heridos, para contar el resultado de la batalla. Posiblemente el primer enviado especial de la historia, Filípides empleó dos días en recorrer los 42 kilómetros que separaban Maratón de Atenas. Cuando llegó a la capital griega, cayo exhausto. Fulminado. Muerto. Pero no sin antes pronunciar la palabra que toda la polis quería escuchar: Victoria.

Estatua de Filípides en Maratón

Más de dos mil años después, Grecia encumbraría a otro héroe sobre 42 kilómetros. La historia de Filípides había inspirado al Barón Pierre de Coubertein para una prueba atlética sobre esa distancia. Atenas se disponía a celebrar los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna. Corría el año 1896.
Y como dos millares de años antes, el héroe de los griegos fue un hombre del pueblo, con el que nadie contaba pero que acabó escribiendo su historia con letras de oro en la historia de su país y de las olimpiadas.
El primer titán de los Juegos Olímpicos de la Era Moderna se había ganado la vida de distintas maneras. Había sido pastor, y recorría las calles de Atenas vendiendo agua cuando un antiguo coronel suyo en el servicio militar le reconoció. El uniformado recordó rápidamente el nombre de su antiguo soldado, y su velocidad en las pruebas atléticas. Se llamaba Spiridon Louis.
Como Filípides, el pequeño vendedor de agua, natural de Marousi, recorrió la distancia entre Maratón y Atenas. Como Filípides, obtuvo la victoria cuando todos dudaban de ella. Y como el mensajero de la victoria, su entrada en el estadio Panatinaikos despertó la euforia entre sus paisanos.
Spiridon, el pequeño aguador, no sólo ganó. Se impuso a rivales de renombre y prestigio internacional, como su paisano Vasilakos o el australiano Flack. Fue el primer campeón de la Era Moderna de la prueba reina.

Spiridon Louis

Dos mil años antes, la victoria había estado teñida de muerte. En este caso, de reivindicación del orgullo patrio y del canto a los sueños que cada cuatro años vive el mundo. De los héroes anónimos. De los ciudadanos insignificantes que un día reivindican a golpe de triunfo, de sudor, su hueco en la historia.
Spiridon Louis no cayó en el olvido, pese a que no volvió a correr más. Se retiró a su pueblo, donde primero fue granjero y luego policía. Fue presidente honorífico de la delegación griega en Berlín 36, cuatro años antes de morir.
Sesenta y ocho años después, la antorcha olímpica volvía a Atenas. Los juegos volvían a casa. Y en la ciudad del Partenón, el mundo se admiró de las hazañas de los atletas en el estadio inaugurado para la fecha. Que llevaba el nombre de un menudo aguador al que el azar permitió ser leyenda. El del primer héroe de la Era Moderna. Spiridon Louis.

lunes, 28 de mayo de 2012

Batman Ceuta C.F.

Anda de elecciones el órgano supremo del fútbol en nuestra ciudad. Independientemente de que prosperen o no los resortes que aún ha de tocar la candidatura de José Antonio Florentino o de que la gestión de Antonio García Gaona sea mejor o peor, queda claro que la discordia mediante reglamento sembrado en el balompie ceutí empieza, peligrosamente, a germinar. La tendencia al "taifismo" tan propia de esta tierra se manifiesta mejor que en ningún lado en el mundo del balón. Y no es de extrañar. ¿Qué es el fútbol sino la más acertada metáfora de la vida real?.
No se quien será el próximo presidente de la FFCE y no tengo ninguna preferencia. Del actual discrepo en algunas de sus decisiones, pero también pongo en su haber cuestiones como la asistencia sanitaria en los recintos deportivos, su capacidad para encajar golpes mediáticos,  el auge del fútbol sala o femenino o la presencia continuada de la RFEF en Ceuta materializada en más de un sector y más de un Campeonato de España. Sin embargo, sigo sin entender la bondad de determinadas medidas y me duele la pasividad con la que el ente federativo ha tratado al primer equipo de la ciudad en los últimos meses. Pasividad por no decir inquina. De la alternativa, decir que apenas le conozco. Siempre ha tenido conmigo un trato amable y educado, y me consta que es un hombre de fútbol.
Sea el que fuere el nuevo presidente, urge una gran sentada, pero esta vez de verdad. Y lo digo con el corazón en una mano y la calculadora en otra. Y desde la modestia de hablar desde una posición de observador, de no haber vestido nunca de corto ni tener titulación alguna de entrenador.
El problema, a mi entender, más grave está en la categoría de juveniles y en la Regional preferente. Porque todo es una cadena. No es de recibo que Ceuta vaya  a tenr dos equipos como mínimo -Goyu Ryu y Ceutí- en Liga Nacional de Juveniles, a expensas de que el Imperio pueda ascender. Si los imperialistas -afortunadamente de regreso; enhorabuena, Juan Antonio Tirado- ascienden, con prácticamente tener la edad un chaval de Ceuta jugará en una categoría a la que muy poquitos llegan tras no pocos esfuerzos a lo largo de una vida deportiva. Ahí si es perentorio acotar a uno, como mucho a dos -si uno viene de Division de Honor- la participación de ceutíes. Esta es una categoría de formación; no importa que quedemos primeros o decimoquintos. Lo importante es optimizar esfuerzos, recursos, darle su valor -que lo tiene y mucho- a la LNJ y que cualquier chaval que milite en dicha categoría acumule partidos y minutos. O lo que es lo mismos: madrugones, campos de albero y encerronas.
Si empezamos con cadetes en la Liga andaluza (14-15 años), dos años en Liga Nacional (15-17) y uno (17-18) en un futuro equipo de División de Honor estaremos empezando ya con la pirámide. Con otra cuestión importante, tanto como la futbolística. Tener un equipo permite al entrenador tomar decisiones como que, por ejemplo, quien no estudie no juega. Igual el futuro Leo Messi vive en Manzanera, pero es más probable que todos estos niños se busquen las habichuelas más allá del fútbol. Y el fútbol debe servir como canal, aportar su granito de arena a la lucha contra el problema más sangrante que tiene Ceuta. El fracaso escolar.
Y luego en Regional. Verán, pongamos un caso hipotético. El próximo 20 de julio se estrena la última película de Christopher Nolan sobre las aventuras de Batman. Servidor irá, junto a algún que otro amigote, porque es declarado fan tanto del personaje como del director británico. Supongan que luego, a la segunda copa, mi amigo Leonardo Campoamor -otro pirado del murciélago y del director- y yo nos venimos arriba y decidimos rendir un homenaje a nuestro personaje favorito del comic. Batman Ceuta C.F.
Y ahora resulta que nuestro equipo, con la señal del murciélago en el pecho, empieza a competir en Regional Preferente. Y a ganar partidos. Y llegamos al play off. Y nos salen los partidos de nuestra vida. Y nos vemos, de buenas a primeras, en Tercera División. Y vamos con dinero público porque, encima, podemos ser el máximo representante del fútbol ceutí. Y querremos que nos respeten los otros rivales. Un equipo ideado por dos zumbaos con tres copas jugando con entidades históricas, como Pozoblanco, Sanluqueño, Ayamonte o Portuense. O centenarias como el Algeciras. Sinceramente ¿ustedes nos tomarían en serio si fueran directivos de cualquiera de estos equipos?. Yo tampoco.
¿Solución?. Exigir una estructura de cantera, desde la categoría más baja, a todos los equipos para poder competir. Si, se que empezaríamos con cuatro. Pero con cuatro conjuntos en el que los niños tendrían una tradición de pertenencia a un club, y en el que el club tendría un respeto a sus propios colores, sus propios jugadores. Podría hablar de mucho más (no me gusta, lo siento, lo del césped artificial) pero me arriesgo a que alguien me diga que no tengo ni idea. Y puede ser. Pero por si sirven de algo, ahí quedan mis propuestas.
Un último apunte. Se que sólo se nos considera objetivos cuando decimos lo que se quiere escuchar o cuando nos hemos muerto. Pero los periodistas, a veces, no tenemos más intención que informar. Somos feos, más no mordemos, y nosotros no somos quienes prometemos o dejamos de prometer ¿Oído, cocina?

jueves, 24 de mayo de 2012

Historias Olímpicas (V): Elecciones. Mucho más que deporte




Esta Historia Olímpica fue emitida horas antes de que Madrid accediese a la siguiente fase de la elección de 2020. Respetamos, por tanto, su texto original

Al principio, fue visto como una cosa filantrópica, bohemia, pero poco a poco los Juegos Olímpicos fueron interesando a más gente. Y no tardó mucho en que su organización prestigiara al país encargado de ello, pusiera en el mundo a la ciudad sede, que prácticamente se convierte en la capital global. Desde 1896 hasta ahora, en la que la organización de unos juegos no es posible sin activar todas las teclas de un complicado mecanismo geopolítico, muchos son los países o ciudades que han amagado o se han presentado para la organización del evento de eventos
España no ha sido una excepción, y hasta en ocho ocasiones –incluyendo la actual carrera olímpica- intentó nuestro país ser sede de los Juegos de Verano. Sólo se consiguió, evidentemente, en una pero si dice mucho a favor de España que, salvo en un par de veces, todas nuestras candidaturas han estado relativamente cerca.
La primera vez que España quiso ser sede de unos Juegos Olímpicos fue en 1936. Barcelona inauguraba la lista de aspiraciones hispánicas, y fue la segunda más votada tras la elegida, Berlín, que tendría que haber albergado los Juegos veinte años antes, pero les sorprendió la primera guerra mundial. Siempre quedará la duda de que hubiera ocurrido de haber acogido España los Juegos Olímpicos el mismo año en que estalló su guerra incivil. Por cierto, que en aquella época había cosas curiosas en la elección de sedes: un mismo país podía presentar tantas candidaturas como quisiera, durante ciertas ocasiones la sede de los Juegos coincidía con la de la exposición universal y el país que era elegido para los Juegos de Verano también albergaba los de invierno. De ahí que, en la ronda definitiva, Barcelona solo recibiera 16 votos frente a los 43 de Berlín. No en vano, entre las ciudades eliminadas, al margen de Alejandría, Budapest, Buenos Aires, Dublín, Helsinki, Lausana, Rio de Janeiro y Roma, había otras ciudades alemanas: Colonia, Francfort y Nuremberg.
Tras la guerra civil y el aislamiento del país, el fuego olímpico se apagó en España. Sin embargo, en los sesenta del desarrollismo y en los que empezaba a verse un cierto aperturismo político, alguien decidió que España debía presentar una candidatura. Era conjunta entre Madrid y Barcelona, pero centralizada en la capital. Y como treinta y cinco años antes, una ciudad alemana dio al traste con las aspiraciones hispánicas. Munich superó en diez votos a Madrid en una primera ronda en la que quedó eliminada Detroit, la eterna aspirante, y Montreal seriamente descolgada. En la segunda ronda, la capital bávara mantuvo sus votos y ganó dos mas, Montreal recibió los votos de Detroit y Madrid quedó en una digna segunda posición.
Ya en aquella época, los Juegos tenían en su elección un componente definitivamente más político que técnico. Y a finales de los setenta, al alcalde de Barcelona, Narcís Serra, se le ocurre que los Juegos serían una magnífica ocasión de modernizar la ciudad, apostar por la integración de la incipiente democracia de España en Europa y el mundo. La fecha venía que ni pintada: 1992, el quinto centenario del Descubrimiento de América. Barcelona se puso en marcha, aunque probablemente el hecho clave para la elección de la capital catalana ocurriera en 1980, con la elección de Juan Antonio Samaranch como presidente del COI. Barcelonés de nacimiento, el hombre que modernizó los Juegos hasta hacerlos rentables vivió, probablemente, uno de los momentos más dulces de su vida cuando el 17 de octubre de 1986 anunciaba al mundo que los Juegos de la vigésimo quinta olimpiada se celebrarían en la ciudad de Barcelona. Para que el fuego olímpico se encendiera en Montjuich –Monte de los Judíos en catalán-, París, Belgrado, Brisbane, Birminghan y Amsterdam se quedaron con la miel en los labios.
                                                       
Los de Barcelona fueron, probablemente, los mejores juegos de la Historia. Y la llama del éxito olímpico quedó prendida en España. En verano del 93, el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, sorprendía anunciando la candidatura olímpica de Sevilla para el 2004, a propuesta del entonces alcalde, Alejandro Rojas Marcos . La capital hispalense nunca tuvo posibilidades reales frente a mastodónticos competidores como Pekín o deudas históricas como Atenas. La cercanía de Barcelona y el poco entusiasmo regional más allá de Dos Hermanas, jugó en contra de una Sevilla que ni siquiera superó el primer corte.

Hace diez años, Sevilla intentó volver a ser candidata, para los Juegos, pero claudicó en la votación interna del COE ante Madrid. Y probablemente, a la Villa y Corte se le escapó la gran oportunidad en 2005. La capital española supera con suficiencia las dos primeras rondas, de hecho gana la segunda, dejando en la cuneta a New York y Moscú. Sin embargo, en la tercera votación el griego Lambis Nikolau se equivoca de botón y vota erróneamente a París. La capital francesa obtiene 33 votos por los 31 de Madrid que queda eliminada. Nikolau intenta rectificar, pero el voto ya estaba emitido. Un empate a 32 en aquella votación hubiera llevado a una ronda de desempate, que previsiblemente hubiera clasificado a Madrid para la final con Londres. Y muy posiblemente, esa final hubiese significado que la antorcha del próximo Julio se hubiese encendido en La Peineta y no en Wembley.
El último "tiro al palo" de Madrid se produjo en 2009, claudicando en la ronda final ante Rio de Janeiro, pese a la victoria madrileña en primera votación. La escuela diplomática brasileña, considerada como una de las mejores del mundo, junto a un vibrante discurso de   Lula Da Silva y el hecho de que Sudamérica nunca haya acogido los Juegos, fueron determinantes. Eso sí: Chicago, pese a la presencia de Obama –su ciudadano más ilustre- en la elección y Tokio cedieron ante el empuje madrileño.



En 2013, Madrid y los Juegos Olímpicos tienen una nueva cita. Como rivales, Bakú y Doha, de países emergentes, Tokio y la gran rival, Estambul, se interponen entre la capital y su sueño Olímpico. ¿Escucharemos dentro de unos meses aquello de "a la Ville de Madrid"?. Hagan hueco en su agenda: la cita es en septiembre de 2013, en Buenos Aires….
                                        

miércoles, 23 de mayo de 2012

Historias Olímpicas (IV): El retorno del Cid


Nada engrandece tanto la trayectoria de un héroe como su derrota. Nada realza tanto el verde de los laureles como el sabor primerizo de la arena en los labios. Ejemplos, en la vida y en el deporte –si es que el segundo no es una metáfora perfecta de la primera- los hay a cientos. Pero nos vamos a quedar con un español que ofreció su última función, su canto del cisne, en unos Juegos Olímpicos.
Él ya había participado en unos Juegos doce años antes de nuestra historia. Pero fueron unos juegos diferentes: en Los Angeles 84, Miguel Induráin era un perfecto desconocido del que su director, José Miguel Echávarri, se atrevió a decir que algún día luciría todos los colores de líder del ciclismo mundial. Sin embargo, a Atlanta 96 el "Águila de Villaba" llegó buscando más una terapia que una medalla, más un resarcimiento que un triunfo, en la modalidad en la que hasta unas semanas antes había sido imbatible: la contrarreloj.

Julio del 96 había vuelto a despertar a España de la siesta. Todo el mundo estaba convencido de que el Tour de aquel año iba a consagrar a Induráin como el mejor ciclista de la historia, el primero en conseguir el mítico sexto entorchado. Sin embargo, los planes se torcieron. Tras una "pájara" de la que se aprovecharon Eugeni Berzín o Bjarne Rijs entre otros, Induráin se alejó del liderato. Y en una etapa diseñada para su mayor gloria, al paso por su Pamplona natal, el corredor de Banesto se desfondó del todo y cayó rendido al impresionante estado de forma del danés o a la emergente fuerza de Jan Ulrich. Luego ambos fueron desposeídos de sus victorias en el Tour por dopaje.
El caso es que Induráin era humano. Y siempre que un héroe demuestra ser de carne y hueso, empiezan a arreciarle las críticas. Y llegó Atlanta: en los juegos peor organizados de la Era Moderna, el corredor navarro buscó callar bocas. Y a fe que lo consiguió.
Estuvo a punto de no ir, pensándolo hasta última hora. Pero se decidió a repetir una experiencia que le había parecido única, pese a su discreto papel en Los Ángeles doce años antes. Y en la contrarreloj, sobre cincuenta y dos kilómetros y bajo un sol de justicia, la sincronía perfecta entre Induráin y su Espada, entre el nuevo Cid y su peculiar Babieca, se puso en marcha. Control kilométrico tras control kilométrico se iba confirmando: si alguien le daba por acabado, como Rodrigo Díaz de Vivar, Induráin vencía después de muerto. Le acompañarían en el podio el británico Chris Boardman, con un meritorio bronce, y aquel al que todos señalaron como su sucesor. Para su desgracia, Abraham Olano, de Anoeta y plata en aquella crono, fue simplemente un buen ciclista cuando la gente quería que sustituyera al mejor.
Atlanta, pues, fue testigo del último triunfo de Induráin. Ese mismo mes de septiembre intentó lograr lo que nunca consiguió, la Vuelta a España. Pero las diferencias surgidas con su entorno, y un agotamiento más psíquico que físico, terminaron por humillar a un gran campeón. Indurain nunca debió haber corrido aquella vuelta; nunca debió permitirse que su última imagen en activo fuera la de un derrotado e impotente ciclista incapaz de completar la etapa de los Lagos de Covadonga. El dos de enero de 1997, anunció que no renovaba por el Banesto pero que tampoco aceptaba las otras ofertas que tenía sobre la mesa. Que se retiraba. Hoy, a sus 47 años, vive retirado, salvo apariciones muy esporádicas de carácter publicitario, de toda actividad pública y concede muy contadas entrevistas. Pero seguro que cuando dentro de unas semanas se encienda el pebetero en Wembley, Miguel Indurain, el primer ciclista de la historia en ganar cinco Tours consecutivos al margen de batir el récord de la hora o firmar un doble triunfo en el Giro recordará que el, como tantos otros, también obtuvo un triunfo olímpico. Su último triunfo.

La revolución de la tiza


(Editorial programa "Ceuta en la Onda" del miércoles 23 de mayo de 2012)

La de ayer fue, se quiera o no, una jornada histórica. Independientemente de los datos de participación inherentes a toda huelga o manifestación –los convocantes siempre dirán que había más gente que en las listas del paro y el Gobierno que menos que en el cumpleaños de Robinson Crusoe- lo que si está claro es que una convocatoria unánime de todos los sectores educativos demuestra que el personal de la tiza anda más quemado que la pipa de un cherokee.
Hombre, es cierto que tienen más vacaciones que el resto de la gente, lo cual en una sociedad como la española no deja de generar una cierta envidia. También es cierto que las facultades de Magisterio están abiertas para todo el mundo y que, hasta la fecha, la educación es libre y universal.
No es menos cierto que a las universidades españolas hay que darles una vueltecita. La lógica no deja hueco para ocho universidades públicas –una por provincia- y dos privadas en Andalucía, por ejemplo, y, aunque sea políticamente incorrecto, aquello de impedir que tengamos universitarios de profesión parece una buena idea. Dicho lo cual: en España, con las universidades ha pasado como con los aeropuertos. Si la provincia de al lado lo tenía, yo también. Y en las universidades, por muy bajo que sea el nivel, algo de talento saldrá. De montar un aeropuerto con menos papeles que un conejo de campo, por ejemplo, para que los castellonenses paseen, igual no.
Qué en el gremio del profesorado hay mucho inútil, mucho escaqueado y muchas cosas que corregir: por supuesto. Que en el gremio del profesorado hay que revisar ciertos gastos: por supuesto. Ocurre con los profesores como con todas las profesiones ¿O usted se cree que a mi me caen bien todos los periodistas?
Pero creo que no sobran aulas; sobra el Senado. No sobran tizas; sobran diputaciones provinciales. No tenemos exceso de maestros; igual si de parlamentarios autonómicos o concejales. Que la Educación debe someterse a examen, y que los profesionales de la enseñanza hacer un esfuerzo, como todos: por descontado. Por ese respeto a la enseñanza, quizá sería más recomendable que nunca un pacto de Estado, con un sistema educativo único para todo el país, con las competencias centralizadas y con una generación –desde el parvulario hasta la integración en el mercado laboral- bajo el auspicio de esa ley. No vamos a ser menos gallegos, ceutíes o catalanes porque nuestros hijos estudien las ecuaciones de primer grado al mismo tiempo que otros chicos de su edad en otros lugares del país. Y que aquello que sobre, también en el ámbito educativo, que se elimine; como la politización si es que existiese. Pero claro: siempre será más fácil tener un argumento de debate que tener resuelto el problema de las aulas. A lo que iba: corrijamos donde se falle, pero no criminalicemos a la enseñanza; no permitamos que estudiar en una universidad vuelva a ser privilegio al alcance de muy pocos. Ya lo dijo alguien: si la educación les parece cara, prueben con la ignorancia.

lunes, 21 de mayo de 2012

Historias Olímpicas (III): El negró que calló a Berlín


Historias Olímpicas, con voz de Patricia Bermejo y textos de Juanjo Coronado, se emite todos los días en Onda Deportiva Ceuta, de 15.00 a 16.00, en el 101.4 de la FM y www.ondacero.es/directo/ceuta.

Era un personaje acomplejado, hasta el punto de que quiso crear una raza aria, de rubios, altos y con ojos azules, cuando el mismo era moreno y bajito. Adolf Hitler, probablemente el personaje más lamentable y terrorífico de la historia, no dejó escapar la ocasión del excelente escaparate que, ya en los años treinta, eran los Juegos Olímpicos para la Alemania nazi.
Unos juegos enfocados a mostrar al mundo la superioridad del hombre blanco. Pero no contó con un detalle nacido a miles de kilómetros de distancia. En Oakville, Alabama –uno de los estados con más problemas raciales del sur de los Estados Unidos- nació en 1913 un joven negro, hijo de un granjero y nieto de un esclavo. Pese a nacer negro hace un siglo en Estados Unidos, Jesse Owens pudo derribar algunas barreras gracias al don que le permitiría entrar en la historia de los Juegos Olímpicos: su velocidad. Fue tras garantizarle la Universidad de Ohio trabajo a el y a su padre cuando se decantó por esa opción, en cuya representación consiguió varias medallas de oro.
Sin embargo, su momento para la gloria llegó en Berlín, en 1936. El nazismo, el III Reich, esperaba con ansiedad el momento en que alemanes rubios y ojos azules correrían más alto, más fuerte y llegarían más lejos que nadie. Pero no: con la presencia del mismísimo Hitler en la grada, Owens destrozó el record mundial de los 100 y metros, relevos 4 x 100 masculinos y salto de longitud. Cuentan que Hitler se fue avergonzado, humillado: un negro tirando por tierra, dejando a la altura del betún, sus absurdos sueños de superioridad aria. Y un detalle del espíritu deportivo: Owens ganó la prueba de longitud gracias, entre otras cosas, a algunos consejos de su más directo competidor, el alemán Lutz Long. De el dijo el estadounidense que ninguna medalla valdría tanto como la amistad de 24 quilates que hizo con aquel hombre que moriría combatiendo contra los aliados en el Desembarco de Sicilia siete años después.

                                            Long y Owens


Jesse Owens es recordado como un héroe internacional de la lucha contra el racismo. Precisamente la guerra que estallaría tres años después impediría que agrandase su leyenda deportiva. Pero aquello por lo que fue célebre más allá de los estadios, la superación de las barreras por motivo del color de la piel, le persiguió irónicamente en su propio país. En su estado natal, Alabama y durante las décadas siguientes, el terrible Ku Kux Klang hizo estragos. Hasta el final de sus días, fue testigo de la lucha por la igualdad que se ganó gracias a la constancia, a la altura de miras y a mitos como Luther King. O como el mismo: el hombre más rápido del mundo, el que avisó a Hitler de que, al final, su destino sería la humillación y la derrota. Murió en su Alabama natal, con el reconocimiento de todo un país, 44 años después de cambiar el curso de la historia olímpica y tras ganarse la vida en mil y un oficios. Cuatro años después de su muerte, en Los Angeles, un negro conocido como Carl Lewis y al que llamaban el hijo del viento superó su record de cuatro medallas de oro en Atletismo, vigente desde aquel verano berlinés. Pero esa, es otra historia…

jueves, 17 de mayo de 2012

Historias Olímpicas II: Los Vengadores

Historias Olímpicas es una sección inaguurada el 16-05-12 en 'Onda Deportiva', de Onda Cero Ceuta, con textos de servidor y voz de Patricia Bermejo. Todos los días, de lunes a viernes, entre las 15.05 y las 16.00, en el 101.4 de la FM y www.ondacero.es/directo/ceuta Este es el segundo relato de lo que se pretende sea un modesto homenaje al movimiento olímpico.


 
En España, en Europa, Badalona es para los aficionados al baloncesto un topónimo, una localidad cercana y familiar. Defendiendo la camiseta verde y negra del Joventut, muchos jugadores hicieron leyenda en el deporte de la canasta tanto en España como en el Viejo Continente. Es el actual presidente del equipo, Jordi Villacampa, pero también fueron técnicos como Aito García-Reneses, Lolo Sáinz o el "Sheriff", Manel Comas o jugadores como los hermanos Jofresa, Ferrán Martínez o Andrés Jiménez.
Sin embargo, no es la Penya, la eterna y respetable Penya, lo que nos va a ocupar en los próximos minutos, sino su pabellón. Porque para los aficionados a la canasta de uno y otro lado del charco, Badalona, aparte de ser la sede del Joventut siempre será la ciudad donde el mejor equipo de la historia apareció como una señal del cielo para convertirse en leyenda y religión.
Todo comenzó, probablemente, veinte años antes, en Münich. Una canasta de Belov sobre la bocina infringía la primera derrota estadounidense en la única competición que realmente se toman en serio: los Juegos Olímpicos. El mundial que España ganó en 2006 y que paralizó al país es considerado, allí, como la Copa de Naciones, poco menos que un torneo de Serie B sin nada que ofrecer de atractivo junto a la acrobática y espectacular NBA. Sin embargo, la derrota, ante la Unión Soviética y en la Alemania capitalista, dolió y mucho. Sobre todo porque Estados Unidos ya era batible.
Los americanos ganaron en Montreal pero no fueron a Moscú ni los soviéticos a Los Angeles. Sin embargo, en Seul 88, la humillación fue aún mayor. Por primera vez en la historia, en el torneo que les interesaba, en "su" torneo, Estados Unidos no estaba ni en la final. Hubo de disputarse el bronce, la "miseria" del bronce, frente a Australia, mientras Yugoslavia alcanzaba el oro ante la Unión Soviética.
Así que, viendo amenazada la supremacía mundial, alguien decidió que si los europeos eran profesionales, ellos también. Y que a Barcelona 92 llegarían los americanos, pero reuniendo al mayor ejército de la historia de la canasta.
Y un verano en Badalona, se unieron. Convocados por el bicampeón Chuck Daly, aparecieron en la ciudad catalana. No faltaba nadie: allí estaba Michael Jordan, el más grande de todos los tiempos, el hombre que desafiaba las leyes de la física en cada salto. Larry Bird, el alero de cabellos dorados y mirada impenetrable. No faltaba a la cita David Robinson, dispuesto a desquitarse del maldito bronce. E incluso Magic Johnson, quien convertido en un icono de los enfermos de SIDA acudió a la cita olímpica para entrar en la leyenda y mandar un hermoso canto a la normalidad. Y al que se le debe, en parte, el invento: un año antes había dicho que sólo le quedaba una cosa por ganar, en referencia a la medalla olímpica, y fue el quien tuvo que convencer a Bird, su eterno rival e íntimo amigo. Ni Barkley,  ni Ewing, ni Pippen, ni Malone. Nadie quería perderse aquella batalla.
Hubo comentarios. Que si no estaban conjuntados, que si era un conjunto de figurines, que si las normas FIBA y NBA. Pero todo quedó destrozado, líquido, ridículo. No pudo frenarles nadie. Ni el Brasil donde jugaba Oscar Schmidt, el máximo anotador de la historia, que unos años antes había liderado la primera derrota estadounidense en su país. Ni la Croacia que, pese al trauma de la guerra civil, lograba formar un muy decente equipo encabezado por Drazen Petrovic. Ni la Lituania de Árvidas Sabonis. Ni la anfitriona, una decadente España en la que Epi, Herreros o Villacampa fueron incapaces de pasar a la siguiente fase.
Rival tras rival, estrella FIBA tras estrella FIBA, todos doblaron la rodilla. Croacia, Brasil, Alemania, Angola y España en la primera fase fueron el anticipo. Luego Puerto Rico, Lituania y nuevamente los croatas se rindieron ante un equipo que marcó leyenda. No bajó nunca de los 103 puntos de tanteo, en su peor partido: "sólo" treinta y tres puntos de ventaja frente al Brasil de Oscar o Israel Machado.
Y eso que en la familia olímpica todo el mundo no les recibió bien. No gustó que Magic y Jordan, entre otros, se hospedaran en un lujoso hotel donde reservaron dos plantas sólo para ellos, incluyendo una exclusiva sala de video juegos. Era imposible creer que un hombre como Stoctkton era capaz de pasar completamente desapercibido sólo con vaqueros, gorra y gafas de sol. Era increíble, como dijo su entrenador "hemos hecho algo parecido a juntar a los Beatles y Elvis". Hasta el punto de que algunos jugadores que tuvieron la suerte de cruzarse en su camino acudían, en pleno partido, a fotografiarse con sus ídolos al banquillo norteamericano.
Algunos regresaron en Atlanta, pero como en los amores, el primer Dream Team, el primer equipo de los sueños, fue el bueno. Y Estados Unidos coleccionó oros durante las siguientes olimpiadas. Sin embargo, en Atenas una espectacular Argentina les apartó de la final y en Pekín sólo un descarado arbitraje impidió a España vencerles en el último encuentro.
No sabemos que pasará en Londres. España, Brasil, Argentina, Francia y alguna emergente del preolímpico aún por disputar –como Rusia, Grecia o Puerto Rico- podrían plantar cara a la selección estadounidense. Pero como dice el tango veinte años no es nada. Para los que vivieron en pleno uso de razón aquel verano del 92, siempre habrá una cancha, el Olímpic de Badalona, y una formación. El inimitable. El auténtico. El único equipo de los sueños…

miércoles, 16 de mayo de 2012

Historias Olímpicas (I): El corredor de fondo

Historias Olímpicas es una sección inaguurada el 16-05-12 en 'Onda Deportiva', de Onda Cero Ceuta, con textos de servidor y voz de Patricia Bermejo. Todos los días, de lunes a viernes, entre las 15.05 y las 16.00, en el 101.4 de la FM y www.ondacero.es/directo/ceuta Este es el primer relato de lo que se pretende sea un modesto homenaje al movimiento olímpico.

Cuando un país organiza los Juegos Olímpicos,  es habitual que se mantenga en secreto hasta última hora que deportista representativo del estado anfitrión tendrá el inmenso honor de encender el fuego olímpico,  de portar la antorcha sagrada con el mundo como testigo. Londres no va a ser una excepción. Y de no ser por sus ocupaciones actuales, no cabe duda de que nuestro siguiente protagonista tendría todas las papeletas para hacerlo.
Actualmente no suele ocurrir, pero cada cuatro años durante la existencia de los dos grandes bloques era frecuente encontrar boicots en función del país que organizara los Juegos Olímpicos y  de la tendencia política de cada estado. Así, los deportistas de la Unión Soviética no estuvieron en Los Ángeles, mientras que cuatro años antes en Moscú no estuvieron los del bloque occidental. Montreal, en 1976, había sufrido el boicot de los países africanos en protesta por la no exclusión de Nueva Zelanda, cuya pujante selección de rugby había disputado un partido con la Sudáfrica del Apartheid.
Pero yendo a Moscú, la capital rusa fue escenario del nacimiento de una de las mayores leyendas del deporte mundial. Veinticuatro años antes de la cita moscovita, había venido al mundo Sebastian, hijo de británico e india. El pequeño Coe pasó su infancia en la antigua colonia británica, y en los 70 avisó de su potencial proclamándose campeón del mundo de medio fondo.
Sin embargo, en 1980, Margaret Thatcher prohibió la presencia de la bandera británica en la capital soviética, dejando un resquicio abierto a la participación de compatriotas suyos bajo bandera del Comité Olímpico Internacional. Bajo esas condiciones, los dos mejore atletas británicos de la historia, Coe y Steve Ovett se retan. Ambos se reparten oro y plata, además ganando cada uno en la teórica especialidad del otro: Coe se desquitó de su derrota en 800 asestando a su rival un doloroso golpe en los 1500.
Cuatro años después, en Los Ángeles 1984, todo el mundo estaba expectante por ver la revancha entre los grandes campeones. Sin embargo, se produjo una de las mayores sorpresas de la historia del olimpismo con el triunfo del brasileño Joaquim Cruz en los 800 metros. Coe acabó segundo y un exhausto Ovett, desplomado tras ser séptimo, en el hospital. Bajo bandera británica, esta vez si pudo conseguir que el “Dios salve a la reina” sonase en su honor en el kilómetro y medio de distancia, tras alzarse vencedor de un hermoso duelo con su compatriota Steve Cram y el español José Manuel Abascal. Y todo ello después de un año retirado por una extraña enfermedad.
Tras Los Ángeles, recibió el premio Príncipe de Asturias  o el título de barón  y fue diputado por el Partido Conservador, liderado por la misma Margaret Thatcher que había impedido en Moscú que desfilase la Union Jack. Comentábamos antes que Coe no podrá ser el último relevista en Londres. ¿Por qué?. Porque posiblemente su mejor carrera de fondo llegara en los despachos, en 2005: Londres requirió sus servicios y contra todo pronóstico, la City se impuso a Madrid y París en la lucha olímpica. Y la capital británica recompensó a Lord Coe con un nuevo honor: ser el presidente del Comité Organizador de los Juegos del próximo verano. ¿Turno, pues, por ejemplo para el mediático David Beckham en el país que inventó el fútbol?. No hagan apuestas: como siempre en su vida, solo el, Sebastian Coe, tiene la respuesta….

lunes, 7 de mayo de 2012

El triunfo de los encargados

Leído en Twitter: "El carisma arrasa en Europa. Rajoy, Hollande, Rossell". Aparte de confirmar que la de los 140 caracteres es la red social que más ingenio exige a sus usuarios, la letanía proclama la muerte del orador y del animal político, la defunción del lider de masas. En tiempos de penumbra, probablemente como nunca antes desde la construcción del muro de Berlín, Europa busca a los chicos formalitos para tratar de vez la luz. Curioso. Desde Moisés en adelante, guiar travesías por el desierto siempre fue cosa de audaces.
El caso es que Francois Hollande, cuya fotografía representa a un perfecto doble físico de Florentino Pérez, parece tener menos carisma que un cenicero, y desde luego que su antecesor, pero en cuestión de días el himno nacional más hermoso del mundo sonará en su honor cada vez que aparezca en público.
No tiene el porte de Chirac, no duerme con una supermodelo como Sarkozy, no transmite la sensación de tener todas las cartas marcadas como Miterrand. Pero el caso es que Hollande va a tener en su poder el maletín nuclear y va a ser  la gran esperanza blanca, el unicornio azul, de la izquierda europea a la hora de frenar a Angela Merkel. Lady Clipper tiene, al fin, su reverso. En definitiva, que esta generación de dirigentes que podríamos asemejar con una añada de eficientes empleados de gran almacén, también cruza, para quedarse, las puertas del Elíseo.
¿A donde nos llevará Hollande?. Y si: hablo en primera persona porque si el vecino de arriba tiene goteras, a nosotros se nos inunda la casa. Pues analizando esto con frialdad, a poco que Rajoy sea medianamente inteligente, a buen puerto. Primero porque, cosas de la política, nuestro presidente aparece de la noche a la mañana como el gran campeón del liberalismo, con permiso de la  máxima accionista de Europa S.A.. Lo que puede propiciar que la dama del norte le ponga ojitos de vez en cuando. Y segundo, porque precisamente el hilo argumental del discurso de Hollande favorece dar aire a gobiernos como el de España: reformar habrá que reformar, probablemente, pero el calendario será más elástico.
Dos conclusiones. La primera: el futuro de Sarkozy. Políticamente, debe ser ninguno: apareció en la cuneta  en el momento del accidente. Es decir: cuando los franceses estaban hasta el Arco del Triunfo de Chirac, no se fiaban de Villepin y mucho menos de Segolene Royal. Ecléctico, inquieto, encantado de conocerse, Sarko no ha sido, ni de lejos, el padrecito entrañable que los franceses están acostumbrados a ver en el presidente republicano. Y para Le Gabaché, el presidente es de derechas o izquierdas, es eficaz o no, pero sobre todo es el Presidente.
Así que ahora es el turno de Hollande. El divorciado más ilustre de Francia: ex marido de candidata fracasada accede a Presidencia de Francia cinco años después de aspirar a ser el "primer damo". Y lejos del sangre, sudor y lágrimas de Churchill, del liderazago en la justicia mundial de Palme, del "Por consiguiente" de González o de la afición a la caza de Andreotti, Europa queda en manos de un señor formalito y con gafas. Que vaya bien, Monsieur President: los que vemos una tijera y nos ponemos a sudar le saludamos. Pero conste que las elecciones del domingo no las ganó el PSF: la ganaron ellos. Los  encargados de la planta de caballeros.

jueves, 3 de mayo de 2012

Libertad de expresión

Editorial "Ceuta en la Onda" 03-05-2012


"El periodismo es una vocación  que se descubre por casualidad, algunos estudian en la  universidad y se aprende en la barra de los bares. Es una profesión canalla, callejera, mal pagada, peor mirada y con argumentos para la depresión de quien la practica. Decía el canciller Von Bismarck que había dos cosas que los ciudadanos no deberían saber nunca como se hacen: las salchichas y las leyes. Dedicarse a esto es entrar continuamente a los despachos y cocinas.
Y ustedes se preguntarán: si tan nociva es la cosa ¿por qué no deja el micrófono y se dedica a otra cosa?. Hay dos motivos. Uno, el cerebral: no está el horno para bollos y en tiempos de crisis, como dijo Ignacio de Loyola, lo mejor es no hacer mudanzas. Y el segundo, el sentimental. Este oficio es como los malos vinos: te trae dolores de cabeza pero a la par te embriaga y seduce.
Hoy es el día internacional de la Libertad de Expresión. Ya saben lo que opino de los días mundiales de cualquier cosa: sirven para hablar de ese algo hasta mañana en que hablaremos de otra cosa. Pero permítanme que los periodistas también estemos encantados de conocernos de vez en cuando. Esta es una profesión, como todas, necesaria, y en determinados momentos todavía más. Esta es una profesión cuyos miembros somos los raritos de la clase, los de gafas de cristal grueso que se sientan delante, pero a los que se acude a pesar de la repelencia que generan cuando  no cuadran las cuentas
Hoy es un día para reflexionar, para concluir, para diagnosticar y analizar. Pero no. Es una profesión demasiado extraña, con tanta cercanía a todos los vectores de la sociedad, como para no impedir que se convierta en una insoportable colección de egos. Y es contradictorio: pedimos respeto, pero quizá los primeros que no nos respetamos somos nosotros mismos. Libertad de expresión: como el jarrón chino. A todo el mundo le gusta, pero nadie sabe donde colocarlo".