No
nos engañemos. No me hacía especial ilusión que vinieras, porque daba por hecho
que me encariñaría contigo y tendría que vivir tu partida. Pero también sabía
que eras parte innegociable de un pacto de convivencia suscrito hace casi dos
años y que, más que una coalición, lo nuestro sería un tripartito.
Tal
y como lo temía, te fuiste. Casi sin darnos tiempo a despedirnos, y fiel a ti
mismo, a ese carácter altivo y luchador que mantuviste hasta el final de tu
camino. Y se que no te puedo mentir: nos has visto llorar como niños desde ese
rincón del cielo al que siempre llegáis vosotros y rara vez los banqueros.
No
pienses, querido amigo, que hemos tratado de sustituirte. Sabes que sería y será imposible. Pero hubo algo que me convenció: una foto de un
semejante tuyo, de apenas tres meses, que necesitaba un hogar. No ha
transcurrido el suficiente tiempo para cerrar la herida, pero hay que seguir
adelante como hubieras querido que lo hiciéramos.
El
nuevo y nosotros aún andamos de adaptación. No es fácil y lo sabes, porque tu
también lo viviste. Pero quiero que sepas que lo hemos hecho como nuestro mejor
homenaje a ti: darle a otro la vida de cuidados y atenciones que disfrutaste
y merecías.
Me
dedico a una profesión que, en ocasiones, puede ser muy desagradable. Cuento, y
veo a diario, historias de desahucios, de gente que lo pierde todo, de
asesinatos, de injusticias, de fenómenos naturales, de trinques y trincones; del odio y las vísceras hechas ideales políticos. Me preocupa, sinceramente,
mi futuro y el de los que vendrán.
Por
eso, lejos de encallecerme, sabes bien que eras el ratito de esa ternura que
todos necesitamos y es terapéutica para el alma. Tú, y tu carácter agriado, que
nos hacían reír tanto. Se que pensabas que te lo quite todo. Pero espero que
ahora entiendas que no fue así.
Si,
confieso que he llorado. Como un niño, pese a mis casi cuarenta años y casi dos
metros de altura. Y no me da vergüenza: si pierdo la capacidad de extrañar al
mejor gato del mundo, no sería yo. Como suena: no se si parece frívolo en medio
de estos años de histeria, pero es así.
No
te preocupes, que al otro lo cuidaremos como a ti. Y algún día se que os
veréis. Y espero que coincidáis en que tanto tu como el habéis tenido la mejor
vida: con respeto, sin excentricidades, pero con todas las atenciones. Hasta
siempre, Mischi. Bienvenido, Don Vito.
En nombre de ellos, muchas gracias. No, no es frívolo en absoluto, y que lástima que la mayoría nunca sabrán hasta donde pueden llegar los sentimientos, las emociones y la complicidad con esos dioses peludos, con rabo, garras y colmillos, que se adueñan sin darnos cuenta de nuestras almas.
ResponderEliminarNadie entiende. Te duele hasta los huesos cuando ellos se van. Solo los que tememos en ese ser especial de amor a estas preciosas criatutas lo sabemos.
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