martes, 13 de mayo de 2014

Confieso que he llorado

No nos engañemos. No me hacía especial ilusión que vinieras, porque daba por hecho que me encariñaría contigo y tendría que vivir tu partida. Pero también sabía que eras parte innegociable de un pacto de convivencia suscrito hace casi dos años y que, más que una coalición, lo nuestro sería un tripartito.
Tal y como lo temía, te fuiste. Casi sin darnos tiempo a despedirnos, y fiel a ti mismo, a ese carácter altivo y luchador que mantuviste hasta el final de tu camino. Y se que no te puedo mentir: nos has visto llorar como niños desde ese rincón del cielo al que siempre llegáis vosotros y rara vez los banqueros.
No pienses, querido amigo, que hemos tratado de sustituirte. Sabes que sería y será imposible. Pero hubo algo que me convenció: una foto de un semejante tuyo, de apenas tres meses, que necesitaba un hogar. No ha transcurrido el suficiente tiempo para cerrar la herida, pero hay que seguir adelante como hubieras querido que lo hiciéramos.
El nuevo y nosotros aún andamos de adaptación. No es fácil y lo sabes, porque tu también lo viviste. Pero quiero que sepas que lo hemos hecho como nuestro mejor homenaje a ti: darle a otro la vida de cuidados y atenciones que disfrutaste y merecías.
Me dedico a una profesión que, en ocasiones, puede ser muy desagradable. Cuento, y veo a diario, historias de desahucios, de gente que lo pierde todo, de asesinatos, de injusticias, de fenómenos naturales,  de trinques y trincones; del odio y las vísceras hechas ideales políticos. Me preocupa, sinceramente, mi futuro y el de los que vendrán.
Por eso, lejos de encallecerme, sabes bien que eras el ratito de esa ternura que todos necesitamos y es terapéutica para el alma. Tú, y tu carácter agriado, que nos hacían reír tanto. Se que pensabas que te lo quite todo. Pero espero que ahora entiendas que no fue así.
Si, confieso que he llorado. Como un niño, pese a mis casi cuarenta años y casi dos metros de altura. Y no me da vergüenza: si pierdo la capacidad de extrañar al mejor gato del mundo, no sería yo. Como suena: no se si parece frívolo en medio de estos años de histeria, pero es así.
No te preocupes, que al otro lo cuidaremos como a ti. Y algún día se que os veréis. Y espero que coincidáis en que tanto tu como el habéis tenido la mejor vida: con respeto, sin excentricidades, pero con todas las atenciones. Hasta siempre, Mischi. Bienvenido, Don Vito.

2 comentarios:

  1. En nombre de ellos, muchas gracias. No, no es frívolo en absoluto, y que lástima que la mayoría nunca sabrán hasta donde pueden llegar los sentimientos, las emociones y la complicidad con esos dioses peludos, con rabo, garras y colmillos, que se adueñan sin darnos cuenta de nuestras almas.

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  2. Nadie entiende. Te duele hasta los huesos cuando ellos se van. Solo los que tememos en ese ser especial de amor a estas preciosas criatutas lo sabemos.

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