domingo, 1 de octubre de 2017

Cataluña: dudas y culpables

Me he resistido hasta el límite de lo posible a opinar sobre el conflicto en Cataluña. Un lugar al que, pase lo que pase, estaré vinculado siempre. He pasado allí los últimos días, en una Barcelona con el ritmo habitual pero con un paisaje cambiado: estelades, pancartas del sí colgadas en cualquier lugar, gente repartiendo sobres o paseando con banderas independentistas. Solo el Estadio de Montjuic, en el concierto de los Rolling Stones, se representa como un oasis libre de banderas y consignas demostrando que la música es el único idioma universal.

No se que pasará a partir de ahora. Me duele que mi país pueda balcanizarse. No quiero que Cataluña y España tomen caminos distintos, porque entiendo que eso obligaría a levantar fronteras y grabar con aranceles productos catalanes. Quiero a Cataluña; quiero que se queden. Hay quien odia a Cataluña y exige que se quede.

No voy a aplicar soluciones, aunque entiendo que habrá que hacer algo más que el ninguneo entre Sant Jaume  y Moncloa. Tal vez, preguntarnos a todos los españoles si estamos dispuestos a autorizar un referéndum en Cataluña. Es decir. no quiero decidir por Cataluña, quiero que se me pregunte si les dejo decidir. Con preguntas claras y consecuencias aclaradas. Y adelante.


Pero si tengo algunos culpables a los que reprochar esta situación. Empiezo a enumerar

1) Felipe González Márquez y Jose María Aznar López. Los dos presidentes jubilados llevan tiempo pidiendo sentido de Estado. El mismo del que carecieron ellos en 1993 y 1996 cuando, en vez de buscarse mutuamente, prefirieron entregar el cofre de las esencias al patriarca de la "Sagrada Familia".

2) José Luis Rodríguez Zapatero. Sus sucesores tampoco han ido mucho más allá, entre la ingenuidad y la cobardía. Decir que "aprobaré todo lo que venga del Parlament" cuando tu mayoría depende de un partido por definición rupturista es supeditar el parlamento nacional a un autonómico y encender una hoguera donde solo había brasas.

3) Mariano Rajoy Brey.  Hace tiempo dejé escrito que un presidente del Gobierno tiene que ser algo más que un mero gestor; ha de ser un líder. Algo que nunca ha sido. No se si la gestión de la crisis corresponde -no me extrañaría, viendo lo de hoy- a una operación interna de La Gloriosa para derribarlo, pero no ha podido ser peor. Si uno se representa como garante de la Constitución, debe aplicarse el 155 sin ambages y con claridad; no hacerlo por fascículos y con pellizquitos de monja. Puigdemont ya tiene lo que quería: la foto de guardias civiles y policías nacionales -mal pagados y humillados en un barquito de juguete, por cierto- cargando contra votantes. Negar cualquier seriedad al referéndum para desembarcar a la mitad de los agentes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad  en Cataluña debe ser lo más parecido a un sueño húmedo de las CUP. Desoír y abandonar a su suerte, más allá de bonitos actos en salones cerrados del PP, a quienes llevan años advirtiendo de la dejación paulatina de funciones del Estado en la magistratura o en la escuela. Dejarles escribir el guión. Contrarrestar esteladas con banderas de España, reduciendo la Enseña Nacional -la mía también- a un mero instrumento de manifa y consigna.  Decir que el incendio está controlado cuando el humo se ve desde Valparaíso. Tarde y mal.

4) Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Ha quedado claro que no soy fan del presidente del Gobierno. Pero pretender traer aquello de "cuanto peor mejor" y aprovechar cualquier atisbo para tratar de cambiar el Ejecutivo; cuando se posicionan a favor del enemigo natural de la izquierda -el nacionalismo, en cualquiera de sus expresiones- y vale todo para aumentar réditos electorales, demuestran tener más contenido que continente. No, aquí no valen medias tintas.

De Carles Puigdemont, Vicent Sanchís, Oriol Junqueras, Anna Gabriel, Artur Mas y el resto de la pandilla no hablo. Han jugado sus cartas. El error está en que el resto se lo haya permitido. Han puesto de acuerdo a los protegidos de la banca con los que quemaban los cajeros. Otegi o Sánchez Gordillo son líderes democráticos; Serrat, Coixet, Sardá (Xavier) y Marsé unos fascistas. Quien quema una bandera de España o silba el himno nacional expresa su derecho mientras el columnista facha de cualquier diario de provincias representa a todos los españoles, mantenidos a la sopaboba por Cataluña. Los números dicen lo contrario, pero el relato es el relato. Que tingueu sort, como cantaría Abraracurcix. Eso si: Enver Hoxha o Franjo Tudjman pueden estar tranquilos allá donde anden. Tienen dignísimos sucesores

domingo, 7 de mayo de 2017

Le Pen triunfa. España ¿a salvo?

Como podrá comprobarse, escribo este post minutos antes de que se conozca el resultado de la segunda vuelta en las Elecciones francesas. Unas elecciones que tienen una clara triunfadora: Marine Le Pen. Quince años después de que su padre diera la primera voz de alarma, se vuelve a colar un miembro de la familia en la fiesta final de la democracia gala. Algo ha debido ocurrir al norte de los Pirineos, algo se ha cocido a fuego lento pero imparable durante años, para que la pesadilla de 2002 se repita tres lustros después.
Le Pen es la extrema derecha con un claro esfuerzo por aparecer como un icono de los trabajadores. Visita fábricas, explotaciones agrícolas, tiene su caladero de votos en zonas obreras de las ciudades y extensiones rurales... Ver para creer. El otro día coincidía con Macron en una fábrica: quien fue ministro socialista abucheado y quien viene con el brazo estirado ovacionada.
El triunfo -independientemente de que sea o no presidenta, insisto- de Le Pen es la evidencia de la disolución de la izquierda europea. Tony Blair admitía a finales del siglo XX que la izquierda europea había renunciado a dos postulados claves, como la seguridad y la familia. Añadiría un tercero: la identidad nacional, de país. Corbyn  fracasa contra el Brexit, el PSF obtiene resultados ridículos en una Francia a la que un presidente no opta a la reelección por primera vez. Siryza se diluyó entre dosis de realidad. Renzi fracasó por su propia altanería; volverá, pero la quiebra de sus bancos convierte a Italia en un protectorado de Berlín en la práctica.
En España, PSOE y Podemos están más pendientes de sus cuitas (entre ellos y con el otro) que de tratar de hacer algo convincente. En el caso español, no hablo de soflamas nacionalistas y discursos inflamantes. Amo tanto a mi país que no puedo ser nacionalista, dijo Albert Camus. Pero heredar una casa de tus padres cuesta más o menos en función de donde lo hagas. Traemos el gas de Argelia, el petróleo de Venezuela o el Golfo, pagamos una barbaridad a Francia por los residuos nucleares y hemos pasado de ser líderes en materia de renovables a tener menos placas solares que Alemania o Suecia. Sin una sola propuesta más allá de la protesta.
Por no hablar del complejo mal disimulado a la hora de hablar de capítulos pasados -el Descubrimiento de América; hace 525 años- o desafíos presentes, como Cataluña. Se asimila el sentimiento de español al fascismo. Cuesta trabajo discernir si son laicistas -yo también-, ateos o anticatólicos.  Se presentan como partidos obreros, pero algunos de sus dirigentes tienen menos días cotizados en la Seguridad Social que cualquiera de mis gatos. 
El Front National no cruzará los Pirineos. De momento. El caldo de cultivo, sin embargo, está. Mario Conde debe estar lamentando no haber nacido veinte años más tarde... 


jueves, 13 de abril de 2017

Carta abierta a un abuelo comunista

He caído en la cuenta de que, en este mes de incienso y procesiones, habrías cumplido tu centenario. Curioso, tu que presumías  de haber nacido con la Unión Soviética que tanto idealizaste a lo largo de tu vida. Hasta el punto de que sólo recuerdo ver en tu rostro, duro y cuarteado, la pena reflejada en dos ocasiones. Cuando se arriaba la bandera roja del Kremlin y cuando enviudaste tras una injusta y larga agonía de aquella venerable vieja de cabellos blancos.
¡Cómo ha cambiado esto, cabezota!. Te fuiste hace casi dos décadas sin hacer más ruido de la cuenta, pero dejando un hueco que aún palpo a diario. Si siguieras aquí, te gustaría saber que eres bisabuelo por partida múltiple, que muchos de tus nietos hemos pasado ya por el altar o el Juzgado. Algunos hemos heredado, por convicción, aquello que tu decías de no creer en Dios sino en Cristo.
Mal que bien, las cosas marchan correctamente. Pero el mundo se ha vuelto definitivamente loco. A veces, agradezco que no estés viendo en qué se ha convertido aquello con lo que tanto soñaste. Qué tu compañero Isidoro es un auténtico Ejecutivo de multinacionales -fuiste un visionario: lo admito, pero no te me vengas arriba, que te conozco- mientras que de la mina y de las ayudas a los parados salieron cohortes de sinvergüenzas que mancillaron tu sindicato. El Galgo Terrible de Neruda y Victor Jara que tan machaconamente cantiñeabas sigue cabalgando impertérrito. Fíjate que hasta un negro ha presidido los Estados Unidos, ha ido a Cuba y ahora los dos países son amigos. Por cierto, te supongo enterado de la muerte de Fidel Castro. Ahora murmurarías algo entre dientes si te chinchara diciendo que no hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista.
Lo que un día era nuestro Barrio de las Latas es ahora un gigantesco edificio, con parking y varios negocios. Con el caño de agua fresca que salía de las paredes, no han podido, sin embargo. Por cierto ¿Te acuerdas de aquella explanada que fue un inmenso charco de aguas estancas mientras la construían?. Si, esa en la que  teniendo cuatro o cinco años me fui a navegar con una tabla y me puse perdido de barro. Se acumulan comercios, supermercados: multinacionales. Se que a estas últimas las odiabas a muerte, pero es lo que hay.
Las películas futuristas se han hecho realidad. Ahora se puede hablar a través de un ordenador. Llevamos teléfonos colgados de la cintura, el correo ya no llega en barco sino dándole a un botón. Ya te lo explicaré algún día.
Como te decía antes, siento comunicarte que ni España ni el mundo son mejores. Vuelven a emigrar los jóvenes, la locura florece como en aquellos años cuarenta cuyo recuerdo te amargaba. Ha vuelto a haber racionamientos de comida, la luz eléctrica es un lujo para muchas casas y hay gente desalojada de sus hogares. Si, aquí, en tu España. La gente dice matarse por religión; las nuevas generaciones hablamos de la Guerra Civil -la que te obligaron a luchar en el bando contrario al qué querías- pero no lo hacemos con sosiego, sino con un odio que nunca te vi o disimulaste bastante bien. El italiano, como le llamabas, dejó el trono en manos de su hijo, que a su vez se casó con una chica que salía por la tele. Tal cual. Hay gente sin estudios dirigiendo Gobiernos y universitarios sirviendo copas. Ya no hay peseta y Don Antonio tiene una estatua en la Gran Vía. Tus compañeros de la estiba traen al Gobierno de cabeza. Y aunque se que odiabas el fútbol, hemos ganado el Mundial. Te hubiera caído bien, por cierto, el muchacho que metió el gol: es un hombre del campo, hijo de una familia de albañiles.
Tu anillo lo tengo a buen recaudo, no te preocupes, como los libros de Julio Verne y el de las maravillas del mundo que con tanto cariño me legaste. Perdí -me odio cuando lo recuerdo- aquella moneda de 1934, pero el trozo de bandera tricolor que escondiste durante cuarenta años lo tengo en sitio preferente en mi casa Y, más o menos, así va la vida. Cien años después de que nacieras, cien años después de  aquel país que tanto admiraste. Todo era, como puedes ver,  una gran mentira, una contínua derrota, una reinvención constante, una frustración cíclica, pero eso no viene a cuento ahora. 
Cuídate. Te quiero.






miércoles, 29 de marzo de 2017

Paco Sanz ¿único culpable?

No me voy a andar por las ramas. Paco Sanz y el padre de Nadia son dos auténticos hijos de puta. Han usado la buena voluntad de gente para lucrarse y llevar una vida de auténtico lujo cimentada sobre la mentira. Sobre el miedo y la esperanza de miles de enfermos de cáncer. De miles de familias con enfermedades raras que nunca acudieron a la plataforma solidaria o no gozaron del eco mediático y ahora se ven, injustamente, bajo el punto de mira.. Siento por ellos el mismo desprecio que por Lance Armstrong, que nos cautivó a todos con su historia de superación y dejó en añicos el símbolo que el mismo había construido. No para el ciclismo; el tejano era el ángel al que se encomendaban en las plantas de oncología de medio mundo.
A este tipo de personajes les reconozco la capacidad de llegar demasiado lejos, engañando a demasiada gente. Desde el parado o mileurista hasta el famoso. En las últimas horas, he percibido una sensación común entre todos los que han tenido la desgracia de cruzarse con el tal Sanz:  nos hubiera podido engañar a cualquiera. Famosos solidarios -doy fe de la bonhomía de Juan Ramón Lucas, Carlos Alsina, Sandra Ibarra o Santi Rodríguez- o trabajadores anónimos como una chica valenciana que quiso volcarse especialmente con el por su paisanaje y solo pide que la vida castigue alguna vez al personaje en la proporción en que la ha defraudado a ella. A ninguno los tengo por tontos. Al contrario. 
Pero ¿Sanz es el único culpable?. No. El personaje surge en una sociedad con gente supuestamente formada que cree que por compartir la foto de un chico etíope con los ojos a punto de reventar y el estómago hinchado alguien va a donar un dolar. Gente que comparte, sin molestarse en perder dos minutos más, fotos y montajes de niños desaparecidos o de salvajadas contra animales. ¿O soy el único al que le ha llegado que una tal Sonia gestiona una protectora en la que se sacrifica a un montón de gatos mientras se cobra por mantenerlos?.  Sonia es como Dios: omnipresente, puesto que su protectora está en Toledo, Murcia, El Ferrol o Ceuta, indiferentemente. Nos hemos creído que por compartir no se que articulado del Tratado de Roma ¿? las fotos de Facebook que subimos no van a ser manipuladas o usadas para fines espurios. Y si, todos hemos caído alguna vez en estas trampas.
Una sociedad que ha confundido la ayuda con la limosna. Reventamos teléfonos para comprarle una silla de ruedas o hacerle una rampa de acceso a su vivienda a cualquier chaval impedido de algún lugar. Bien, pero ¿nos hemos preguntado hasta que punto hemos decaído como país y se han reído nuestros gobernantes de nosotros como para que algo tan justo y elemental tenga carácter de hazaña social?. Un "toñimorenismo" que nos ha envuelto a todos. Principalmente a medios de comunicación: ¿cómo vamos a exigir pruebas de veracidad a un padre desesperado, como vamos a renunciar a una información que está ofreciendo todo el mundo y revolucionando cualquier red social?. ¿Cómo vamos a perder dos horas mirando algunas páginas o correos, con la de cosas qué hay qué hacer? ¿ Cómo resistirnos a ofrecer una foto tierna, un vídeo impactante o un audio sobrecogedor? Tengo el amargo e íntimo convencimiento de que no será el último caso que tengamos que digerir como el ricino. Y de que Paco Sanz o el padre de Nadia -malditos mil veces en mil vidas que vivieran- no son los únicos culpables. No. En el fondo, por mucho que nos duela, todos lo somos. 

viernes, 17 de marzo de 2017

"Tós por igual"

Decía Romano Prodi que "Europa no era vieja, sino sabia" como respuesta al desprecio de Donald Rumsfeld sobre la actitud de la Unión ante la Guerra de Iraq. No le faltaba razón al ex presidente de la Comisión, ex presidente de Italia y experto en conversaciones con el Más Allá: Europa es sabia, o debería serlo, no por capacidad sino a golpe de sangre y vísceras.
Una de los fenómenos más aterradores que, en los últimos tiempos contemplamos, es el de la generalización. El de la pixelización del colectivo. Sin salir del ámbito europeo, las últimas dos veces que alguien generalizó en nuestro continente acabamos con seis millones de judíos muertos en las cámaras de gas y un conflicto que desgarraba los Balcanes mientras el resto del mundo brindaba con champán sobre los restos del Muro de Berlín.
Generalizar, siempre, es la mayor de las injusticias. Y el principio hacia el buenismo, origen de todo fascismo. Ya sean menores extranjeros, catalanes muertos en un avión o vacunas que producen cáncel, según el intenné. Ahí tenemos los resultados.
La generalización siempre es errónea, aunque sea en positivo. Pensar que todos los refugiados o MENAS son unos seres desvalidos sin maldad es tan peligroso como considerar que todos son unos asesinos ávidos de sangre fresca. ¿Qué ejemplo de refugiado es el válido?. ¿El de los que han cometido espantosas violaciones en Colonia o el de los que evitaron un atentado en Alemania porque, precisamente, venían huyendo de aquel horror?. La simplificación de la política, entre "progresistas" y no progresistas. Conozco auténticos retrógrados que votan a la izquierda y gente de mentalidad avanzada que votan a la derecha. Y al revés.  Es como lo de ser del sur y saber bailar sevillanas o cantar flamenco. Si me arrancara por Farrucas, Morente o Camarón volverían del otro lado para maldecirme.
Los estibadores: unos héroes de la clase obrera o unos desaprensivos que les trae al pairo arruinar un país. ¿En qué quedamos?. Ahora mismo, a los únicos que quiero ver como entes similares, "tós por igual", es a los costaleros de la próxima Semana Santa. Por cierto: a quien no le guste, que no mire. Tan difícil no es.

martes, 24 de enero de 2017

Lecciones de vida

Hollywood ha dado hoy a conocer cuales serán las películas que opten por los Oscars. No, aún no he visto ninguna, pero si voy a compartir con quien quiera una serie de películas con las que me iría a una isla desierta, a las que vuelvo de vez en cuando como el peregrino en busca de respuestas. Mi gusto cinematográfico no es el más elevado del mundo -tal vez si, ¿quien sabe?- pero por ser cuestión de gustos no entraré en discusiones. Las películas que hay que ver antes de morirse son:

1) El mejor discurso de la historia (El gran dictador, 1939)
Cuando aún no habían entrado los tanques nazis por Polonia ante la incredulidad del mundo y la estupidez de Chamberlain, el mayor genio de la historia del cine ya había sido capaz de adivinar los años posteriores y predecir el amargo final del Führer. Les confieso una cosa: el discurso final me parece, probablemente, el mejor de todos los tiempos desde las Bienaventuranzas o el del general Marco Antonio en los funerales de César.

2) Una lección de Economía (Trilogía de El Padrino, 1970-90)

Un emigrante que huye, la ley al margen de la ley en los barrios bajos, el negocio de la exportación e importación, la especulación inmobiliaria, la globalización, las tácticas -cívicas o no- de negociación, el reparto de la herencia, las conexiones con el poder, la conversión de una pequeña empresa familiar en una multinacional, la huída de aquellos lugares  donde el capital no está seguro... Únanle dosis de amor/desamor y una magistral ambientación tanto estética como histórica. No lo duden. Si quieren entender el mundo, en apenas seis horas es posible.
3) ¿Y si Dios existe? (Ordet / La palabra, 1953)
 La existencia de Dios es algo que ha atormentado a los hombres desde siempre. Y en caso de asumir que exista un ser superior, habría que plantearse si es caritativo o justiciero. ¿Y si, de verdad, renaciéramos de nuestras cenizas?. ¿Y si fuera cierto que es posible volver de la muerte, evitarla cuando parece inevitable?. Empíricamente, no puedo demostrar la existencia o no de un Dios. Carl Theodor Dreyer tampoco. Pero el dejó uno de los largometrajes existenciales más grandes jamás rodados y una fotografía cuidada como pocas veces en la historia del 7º Arte. En su caso, con mayúsculas. 
4) Confieso que he llorado (Bienvenido Mr. Marshall, 1953)
No falta nadie en esta foto. Ni la maestra, ni el embaucador, ni el alcalde, ni la artista que quiere ir a América y no pasará jamás de su pueblo, ni el cuñado que todo lo sabe. Al final de la escena, un cojo y un par de niños intentan seguir el camino de los demás, entregados a agradar al supuesto visitante del extranjero y que se olvidan de los más débiles. Y entre medio, España en estado puro: soñadores, apátridas,  exagerados; tiernos y entrañables en el fondo. Me emociona esta película; confieso que lloré cuando alcancé a comprender la magnitud de la metáfora. Esa España siempre expectante a que vengan de fuera a arreglarnos nuestros problemas; esa España que entregó algunos de sus hijos a librar Europa del fascismo y luego quedó abandonada a su suerte. Somos así. Y esta la mejor descripción de nuestro país desde El Quijote
5) De peligrosa actualidad (La Naranja mecánica, 1971)
Un joven aislado en su intimidad, incomunicado con su entorno más cercano y con problemas de adaptación al medio que solo encuentra su lugar en el mundo a base de gamberradas. Un sistema excesivamente paternalista. Una sociedad demasiado frívola y carente de valores. Unas ciudades en los que la excentricidad y el morbo por el "malote" de la clase se imponen al sentido común. Unos políticos mediocres, ávidos de cualquier foto que pueda asegurar unos pocos votos. ¿Hoy en día?. Tal vez: lo grande es que la mejor obra de Kubrick  (ya es decir) cumple 46 añazos en este recién estrenado 2017.


Y tantas, y tantas mas...

lunes, 21 de noviembre de 2016

El espejo de España

Tan a fuego se nos grabó aquello de que Europa empezaba en los Pirineos que por toda brújula siempre hemos entendido el Norte. Sin embargo, la historia nos demuestra que España tiene una referencia más cercana y con más paralelismo con nuestro país.
Nuestros imperios fueron en otros tiempos repeticiones de los suyos, que tampoco vieron ponerse el sol; ambos son los dos países europeos con más historia católica. Y también pasaron antes nuestros miedos actuales: hace más de dos décadas que se acostumbraron a votar con cada cambio de estación o a que ningún Gobierno les durase más de seis meses. También hace dos décadas un juez valiente, llamado Antonio Di Pietro, empezó a indagar en las alcantarillas del poder hasta el punto de que sus partidos políticos tradicionales acabaron diluyéndose entre el insoportable hedor a corrupción y el auge de populismos de toda ideología. Por cierto, que Di Pietro pagó con una controvertida salida de la magistratura su osadía y acabó en política con más pena que gloria. ¿Les suena, verdad?.
Ellos sufrieron el terrorismo antes y con más virulencia que nosotros. Un terrorismo cercano al marxismo en lo teóricamente ideológico. Y un terrorismo que perdió el apoyo popular, enfilando el camino de su desaparición, con un crimen con cuenta atrás. Aldo Moro, el hombre con la extraña virtud de tocarle las narices a demasiada gente al mismo tiempo, aparecía en pleno centro de Roma tras un agónico secuestro con el chantaje como fondo. Fue veinte años antes de que el corazón de España se helase cuando a un anónimo contable llamado Miguel Ángel Blanco le dieron 48 horas de vida. Mario Moretti, autor material del crimen del ex premier, vive hoy una placentera vida como ingeniero informático en algún lugar de Milán. Jamás mostró arrepentimiento. ¿También les suena, verdad?. Nosotros creamos la Santa Garduña; ellos la perfeccionaron con la mafia. Rivalizamos en aceite de oliva y picardía. Nuestro único mundial de fútbol viene, además, precedido del último de su gloriosa historia balompédica.
Nuestra referencia, el anverso de nuestra moneda, el espejo en el que la historia nos obliga a mirarnos es Italia. Cuyo primer ministro actual, Mateo Renzi, se encuentra sin moneda propia, con el riesgo de que no quede ni un sólo banco de capital nacional -lo que significa, en la práctica, ser un protectorado de Berlín- y plantea un arriesgado referéndum que puede socavar aún más los endebles cimientos de la otrora orgullosa Europa. ¿De verdad alguien cree que nuestras referencias históricas comienzan en Port Bou?.