domingo, 11 de diciembre de 2011

Asi no, Mou

La pesadilla en la que se han convertido los clásicos para los madridistas en el último lustro volvió a escenificarse en el Santiago Bernabéu. Guardiola sigue acrecentando su leyenda y tirando por tierra el tópico de que el Madrid perdía en Barcelona y los culés en Concha Espina. Violentar el templo ajeno ya no es algo que ocurra una vez cada generación. Se ha convertido en el pan nuestro de cada día.
Al madridismo ahora no le vale el consuelo del arbitraje como ocurrió en la semifinal de Champions. No, porque a pesar de ser tocanarices el árbitro no influyó en el marcador. Al madridismo tampoco le vale que, de vez en cuando, la épica se queda sin premio: no son pocos los partidos en los que un equipo dobla la rodilla tras una sucesión de tiros al palo o intervenciones del meta rival. Los béticos y los gallaretas -aficionados del Ceuta, según Schopenhauer- sabemos bastante de eso esta temporada.
Simplemente, al mejor entrenador del mundo (sin segundas) le siguen faltando unas lecturas madridistas. De como el Madrid ha forjado su leyenda de mejor equipo de la historia a base de briega, de lucha, de remontadas imposibles, de partidos "molto longo" en el Bernabéu, de remates desde cualquier posición y sobre todo de no ser un equipo menor ante el Barça, su eterna némesis y su necesario reverso. Mourinho fue el mejor con Porto, Chelsea o Inter, y seguro que hará cosas importantes con este Madrid. Pero un partido ante los culés no puede plantearse como si se tratase del Sporting de Gijón o Levante. 1-0 en el minuto 1 es para echarse a soñar, asfixiar al rival y tratar de escribir la historia. No, señor Mourinho, para detallitos de equipo menor como perder por 1-2 y meter a un centrocampisto defensivo. El madridismo puede soportar la derrota, más no sin combate. Y en el fondo, he ahí la diferencia entre el bando blanco -del que no deserto- y el Barcelona. Este Madrid, posiblemente, hará historia. Este Barça ya es leyenda.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Cien palabras de Navidad

Ilusión. Gorro. Pavo. Familia. Borrachera. Vacaciones. Melancolía. Amigos. Fotos. Sonrisas. Hipocresía. Reencuentro. Dudas. Niño naciendo: morirá. Beneficiencia. Olvido. Ardor. Conciencia: Africa se desangra. Lluvia. Belén. Concierto: vaya pintas. Regalo, detallito ¿felicidad?. Musica. Abrazo (mírate luego la espalda). Solidaridad. Calendario. Delantal. Anís. Roscos. Dieta. El siete empiezo. Sorteo. ¡Ay si me tocara!. Brindis. Discursos. La última y nos vamos. Villancicos. Tradición. Adornos. Gordo con pijama. Tres magos de Oriente. ¿Nieve?: nació en el desierto. Mercaderes predicando en el templo: vuelve, domine, vuelve para echarlos. Mercado de invierno. Prisas. Ojeras. Colas. El año que viene, papas y huevos. Desde la manada: felicidades

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Cuando llegue la III...

Escribo en una habitación presidida por un cristo pequeño, de escasos centímetros, tallado por un hombre honesto. Un hombre que me dejó pequeñas insignificancias en lo material, pero enormes en lo sentimental: un anillo que luce mi dedo con orgullo, algunos libros de aventuras o un pequeño trozo de banderita republicana. De la época. Como Rodríguez Zapatero, yo también soy nieto de un republicano: guardó un trocito de la antigua enseña nacional durante cuarenta años. Sólo el sabrá por qué, pero con el tiempo decidió hacerme depositario de ese trocito de historia.
Fue republicano, más vivió hasta el final de sus días con la amargura de haber luchado con el enemigo. Como a tantos otros, le obligaron a luchar con los nacionales si no quería entregar su propia vida y la de sus familiares. Ojo: de canalladas como estas no están eximidas ninguna de las dos partes.
Luchó en la batalla del Ebro. La primera vez que hablé con el de eso fue un día en el que lo vi cogiendo una mosca al vuelo y comiendosela. “¿Estás loco?”, le pregunté. Me respondió que aprendió a cazar moscas en la guerra; a veces era lo único que comía. Me contó que luchó contra quienes eran sus compañeros ideológicos. “Nunca supe si maté uno, ninguno o doscientos. Disparaba sin mirar, al azar”, me confesó con pena.
A pesar de luchar contra si mismo y sus ideales, ganó la guerra. Y pudo obtener su recompensa: un confortable trabajo. Pero decidió que ya se había traicionado bastante y renunció a vestir un uniforme. Mi abuelo era así. Como contrapartida, cuarenta años en el Barrio de las Latas –si: yo nací en una barraca ¿pasa algo?-, descargando contenedores en el Puerto y haciendo todos los trabajos posibles.
Sólo recuerdo verlo llorar dos veces: cuando enviudó y cuando desapareció la Unión Soviética. Y en sus últimos años, el viejo comunista hablaba con pena, más nunca con rencor. “Aquello, aquello fue”. Jamás tan pocas palabras me dijeron tanto.
Mi abuelo era comunista y republicano. Y soñaba con ver llegar la III República. Y ahora, en esta época del año en la que tanto nos acordamos de quienes nos faltan, lo recuerdo, lo comparo con lo que veo y me río de la condición humana: quien posiblemente mató y vio morir, jamás tuvo rencor. Por el contrario, muchos que sólo conocen aquello por los libros –como yo- desprecian el marco de libertades actual, mitifican aquel desastre y quieren ganar la guerra 75 años después porque mola mazo y mogollón. Pais…

jueves, 10 de noviembre de 2011

La amenaza fantasma

Gripe. Nada grave: manta, cafelito y deuvedeses. Uno de ellos contiene las precuelas de La Guerra de las Galaxias. Aparte de descubrir -no, no las había visto- que Jordi Pujol tiene un primo jedi, copio las primeras palabras de "La Amenaza Fantasma":
"La República Galáctica está sumida en el caos. Los impuestos de las rutas comerciales a los sistemas estelares están en disputa. Esperando resolver el asunto con un bloqueo de poderosas naves de guerra la codiciosa Federación de Comercio ha detenido todos los envíos al pequeño planeta de Naboo. Mientras el Congreso de la República debate interminablemente esta alarmante cadena de acontecimientos, el Canciller Supremo ha enviado en secreto a dos Caballeros Jedi, guardianes de la paz y la justicia en la galaxia para resolver el conflicto".
Teniendo en cuenta que la misión acaba a hostia limpia -había que hacer cinco películas después- y por tanto fue un fracaso, propongo un ejercicio. Sustituyan República Galáctica por Unión Europea; Federación de Comercio por Banco Central Europeo, Naboo por Grecia, Canciller Supremo por Barack Obama y Caballeros Jedi por Merkel y Sarkozy, llegarán a dos conclusiones.
1) George Lucas, en efecto, es un genio
2) De ser cierta esta teoría frikigripal, que la fuerza nos acompañe.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

LA BANALIZACION DEL MAL

Sea porque el escaqueo hispano debiera ser, como arraigada costumbre de ancestrales orígenes, Patrimonio Inmaterial de la humanidad, sea porque nos falta cultura o sensibilidad; sea por lo que fuere. El caso es que, en los últimos años asistimos de contínuo a una preocupante banalización de la enfermedad y del mal. Ya no es que sólo pongamos cara de que nos preocupan los niños negritos en el telemaratón de turno y el resto del año nos olvidemos de ellos como de los chubasqueros en agosto. No. Y ya de por sí, analizándolo friamente, quizá seamos más crueles con nuestros navideños ataques de solidaridad que con el olvido cotidiano.
El caso es que hoy estar “depre” es algo habitual. “Me voy al médico, a ver si me receta una baja por depresión, que ahora viene un puente e irme un par de días me sentarán fenomenal para mejorarme. Total, si mi jefe me ve no me puede decir nada; para depresivos, lo mejor es la diversión”. Es una frase más repetida, dolorosamente, de lo que nos creemos. Y de lo que nuestra corrección política está dispuesta a soportar.
Hemos banalizado el mal: a muchos editores de informativos o jefes de cierre de periódicos les pone el titular de “Esquizofrénico mata a su padre y se pasea por el pueblo con la cabeza del difunto”. Dos puntos más de audiencia en el informativo de las nueve; no se cuantos más ejemplares vendidos al día siguiente, por supuesto con la foto de la viuda henchida de dolor de rodillas junto al cuerpo cubierto por una sábana junto a un charco de sangre mientras un cariacontecido forense da órdenes a una pareja de recios guardias civiles. Pero ¿el esquizofrénico sabía que lo era?. ¿Y su familia? ¿Y se tomaba el tratamiento? ¿Y si no se lo tomaba, por qué?.
Hace un par de años, una mujer comprometida con su trabajo me propuso una sección radiofónica. Coincidíamos Ana Belén Núñez y servidor en que para que la gente perdiera el miedo a los esquizofrénicos, a los bipolares, había que sacarlos del armario. Les confieso que ver a esa cuadrilla de Gente Corriente –así se llama el invento, por si les quieren escuchar a ellos cada dos viernes- es recibir grandes vibraciones en positivo. En este mes de la salud mental, tengo la sensación de que los locos no dan miedo. Si tienen la oportunidad, hablen con alguno de ellos, oíganles. Es gratificante. Y terminarán asqueados de la gente que simula una “depre” para irse a la nieve o a ver un concierto. Es decir: de los que hablan de la enfermedad con la misma ligereza que del Joventut-Estudiantes del sábado o de los solidarios del 15 de diciembre. Porque el resto del año nos importa una auténtica mierda que en Nigeria cristianos y musulmanes anden a hachazo limpio o que en el Cuerno de Africa caigan negros –personas como usted y como yo, oiga- a diario por culpa del hambre. Admitiéndolo quizá demos el primer paso para que el mal, ya sea el hambre o la dolencia, se tome en serio y no sea una banalidad. O sea: para combatirlo.

miércoles, 26 de octubre de 2011

La insoportable levedad del ser

Buscando en mi baul de los recuerdos, y ante la autoimpuesta obligación de actualizar esto una vez por semana, mi vagancia me lleva a repetir algunas líneas. Mi vagancia y ciertas sensaciones. Odio la autocita, pero espero que les guste:
A decir verdad y para mi vergüenza, no he leído a Milán Kundera y el libro que le reservó un hueco en la posteridad. Pero si puedo decir una cosa: me he preguntado mucho, que es eso de la insoportable levedad del ser. En mi opinión, y cuando acabe esto juro aunque sea pecado que me voy a buscar el librito de marras, la insoportable levedad del ser no son más que nuestros propios complejos, la viga en el ojo propio que siempre nos negamos a ver, la envidia del coche, mujer o casa del hombre que lee el periódico en la cafetería en la que desayunamos, la sensación de vacío y de estar incomprendidos por tirios y troyanos, las penas cubiertas y las heridas supuradas bajo un instintivo y continuo recurso de supervivencia en el día a día. En mi profesión, me encuentro a diario con seres tan leves como insoportables; a ellos les podría aplicar algunos de los calificativos anteriores: son esos semidioses de medio pelo, a los que la coma mal puesta, las fuentes anónimas no desveladas o la existencia de plumas que aún se rebelan contra este mundo de mercaderes en el templo, fenicios y pelotas, les parece el mayor de los insultos. Son esos seres, vulgares como las moscas de Machado, que se levantan cada día despellejando al mensajero en vez de preocuparse por el contenido del mensaje. Alberto Cortés dijo: “Pobre mi patrón, piensa que el pobre soy yo”. Pobres, pues, y pobres de nosotros, gentes de la calle, que tenemos que soportar, diariamente, a estos virreyes de andar por casa que nos regala el sistema, a estos seres sin oficio pero con beneficio, cuya levedad se vuelve grave para el resto y acaban siendo, cada vez, más insoportables.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Mourinho no es el culpable

Tras un periodo de transición, el Real Madrid había vuelto a ser campeón de Europa. Fue en Bruselas, la bella y fría capital belga, con el Partizán como testigo privilegiado de una leyenda que iba creciendo a base de Copas de Europa. La sexta caía en 1966. Pocos podían imaginar que sería la última en 32 años o la última en vida de Santiago Bernabéu. El cocinero de aquel hotel hizo, como homenaje al campeón continental, una tortilla de patatas. Belga haciendo tortilla de papas. Un desastre.
Cuentan que uno de los porteros empezó a hacer chistes y bromas sobre la tortilla. Hasta que, en plena celebración, cayó una "santiaguina". El chef, vino a decir el viejo presidente, quiso homenajear a España con ese gesto. Y de un trabajador que quería homenajear al país, no se reía nadie en el nombre del Real Madrid. Conclusión: propina al cocinero y despido al portero.
Por detalles como ese, y por mil más de sangre, barro y entrega, el Real Madrid es el mejor club de la historia. En cosas como estas se encuentran los principios del madridismo, los valores y principios que han hecho del blanco un club mejor y distinto: respeto, humildad, cercanía, decencia...
En los últimos dos años, José Mourinho es el entrenador del Real Madrid. Un auténtico lujo: posiblemente el mejor entrenador de la última década con permiso de Pep Guardiola y el eterno Alex Ferguson. El tipo al que cualquiera quisieramos contratar para nuestro equipo.
Un tipo que, dicen, mina el prestigio del Madrid y genera odios hacia los blancos cada vez que abre la boca. No. Mourinho no es el culpable. Mourinho es así. Es el mismo Mourinho de su época en el Barça, del Porto, del Chelsea, del Inter.
El que tendría que haberlo entendido, conociendo los precedentes, es Florentino Pérez. El si sabe lo que es el Real Madrid. Y el sabía quien era Mourinho antes de contratarle. El ha autorizado despidos de técnicos de la casa practicamente porque no vestían de Armani. Que nadie mire al banquillo si del Madrid de los valores y principios no queda más que el nombre. El culpable está en el palco.

miércoles, 12 de octubre de 2011

ACB: El dia de la marmota

Acaba de empezar, y da la sensación de que el final será el mismo de las anteriores temporadas. El Barcelona será campeón de Liga de Baloncesto, salvo sorpresa o autocomplacencia en grado sumo. Tiene al mejor jugador –Juan Carlos Navarro-, un equipo consolidado y un entrenador “marca de la casa”. Y, a diferencia del fútbol, no hay un rival claro.
El Madrid de Pablo Laso ofrece algunas mejoras, sobre todo en defensa, y da la sensación de tener más pegada, lo que en teoría debiera situarle como principal alternativa. En contra, dos cosas. Primero, la poca alternancia en la posición de base. Segundo, que al final haya NBA y Rudy Fernández acabe haciendo interesantes cosas a la sombra de Nowitzky en Dallas.
Creo que la lista de semifinalistas la completarán Bilbao Basket y Caja Laboral. Los bilbaínos han dado con la fórmula de su éxito: gente en torno a la treintena de años, desechos de lujo de Madrid y Barça, y una afición extasiada que hace que Mirabilla recuerde a los mejores tiempos de Badalona o Málaga.
Lo que está claro es que los jerifaltes de FIBA debieran ahora ser valientes y adoptar las normas NBA. Los jugadores no estadounidenses que enganchan a esto juegan casi todos en USA –Ginóbili, los Gasol, Ibaka, Nowitzky- y es de presumir que media liga norteamericana desaparezca. Franquicias como Clippers o Bucks estaban “palmando” muchos millones de euros antes del lock out. Un año sin competir puede ser definitivo. 16 equipos NBA, más 16 macroconjuntos europeos. Cuadra.
Completo mi pronóstico ACB: Valencia y Unicaja estarán en Play Off. Valladolid, Estudiantes, Gran Canaria, Fuenlabrada y Cajasol se disputarán las dos plazas restantes. Alicante y Zaragoza vivirán tranquilos y Joventut, Manresa, Murcia, Obradoiro y Lagun Aro se disputarán dos plazas de descenso. ¿Qué hago yo hablando de baloncesto?. Hombre: teniendo en cuenta que Rubalcaba y Rajoy hablan de deporte como está el país no creo que moleste a nadie ¿no?

martes, 4 de octubre de 2011

Rubalcaba: el hombre del piano

Posiblemente uno de los políticos más inteligentes de este país, Alfredo Pérez Rubalcaba pasará sin embargo a la historia como el hombre bajo cuyo mandato se finiquitó la hegemonia del PSOE. Su precampaña, hasta el momento, resulta errática: llega prometiendo soluciones a la crisis -fue vicepresidente del Gobierno hasta hace tres meses- y tras que un compañero suyo perpetrase el mayor atentado contra los derechos de los trabajadores de la historia de la Democracia. Ave, Valeriano Gómez. Los que no tendrán un contrato fijo en su puta vida te saludan, podrían decir miles de veinteañeros.


Rubalcaba es, en efecto, hábil, agil y capaz. Pero ya era ministro cuando muchos no habíamos terminado la EGB que el mismo se cargó siendo responsable de Educación para dejarnos esa caja de los truenos abierta que es la LOGSE. Consecuencias: pongo un ejemplo, que además es real. "Quedé con fulanito en que lo habisáramos", me escribió una vez cierta persona con una licenciatura en Ciencias de la Información. Por tanto, destinada a trabajar con el idioma. Por supuesto, esta persona cree que Fernán Caballero es un machista reconcentrado.


Como el borracho de la canción de Billy Joel, Rubalcaba se aferra al piano, aun consciente de que el sino es su derrota, pero esperanzado en que podrá al menos endulzarla, sacarse un ojo para que el rival quede ciego y no dejar indiferente a nadie. Pero como en Sin City, de mi admirado Frank Miller, el viejo sabe que debe morir para que viva la niña.


La niña, en teoría, es Carme Chacón. Pero a la ministra de Defensa le va a hacer falta mucho temple, pero mucho, para gestionar en la oposición a un PSOE en las peores horas de su historia democrática. Por tanto, apunten otros nombres, como el de un inquieto Guillermo Fernández Vara, o "el que ha de venir", según el club Bildeberg, Bernardino León, para pilotar el PSOE en la oposición y el Gobierno de España a partir, en buena lógica, de 2019.


Pero como en "El hombre del piano", Rubalcaba tendrá siempre guardada una última partitura. La noche, dice la canción, huele a derrota y miel. Pero al final, el viejo pianista vencido por la vida, sonríe; canta como un cisne y alza los brazos triunfantes. ¿Está a tiempo de una partitura mágica?. Hasta el rabo, dice el tópico, todo es toro. Y en el piano, hasta la última tecla, todo es música...

viernes, 30 de septiembre de 2011

20 N: la hora de Rajoy

Pocos creian -yo no, desde luego- que el cabeza de cartel del Partido Popular para 2012 sería Mariano Rajoy. En un pais donde se es presidente con 40 años o no muchos más, intentar una tercera vez el asalto a La Moncloa casi con las velas del 60 sobre la próxima tarta no parecía un negocio rentable. Pero en aquel marzo de 2008, Rajoy presentaba un ascenso en votos y escaños del PP como salvavidas para seguir aferrado a un barco que no terminaba de hundirse. Un Congreso de Valencia en el que Esperanza Aguirre, Gustavo De Arístegui o Juan Costa amagaron con cortar la hierba bajo los pies del gallego dejó a este investido de liderato, pero herido de provisionalidad.
Entonces, Leman Brothers quebró. Y entonces el paro empezó a subir. Y entonces a Rodríguez Zapatero se le cayó la flor de donde la espalda pierde su casto nombre. Y vimos, impertérritos, como el SPEE aumentaba su clientela mientras el presidente del Gobierno dejaba traslucir una peligrosa tendencia a pegarse tiros en el pie porque le gustaba soplar el cañón humeante de la pistola y ver las chispitas brillantes del fuego. Y la gente empezó a castigar al PSOE. Y Rajoy gobernó Galicia y completó el íntimo y casi húmedo sueño de Mayor Oreja: que el PP abriese, al fin, la puerta de Ajuria Enea. A cada derrrota del PSOE, Mariano "El Breve" tenía más cerca un sueño en el que quizá el azar había creido más que el mismo. Mayo, con el PP arrasando en territorios adversos como La Mancha o Sevilla, fue la confirmación del cambio.
Rajoy será, previsiblemente, el próximo presidente del Gobierno. Como ciudadano espero que sea mejor presidente que candidato: dubitativo, ausente. Nunca salió al ataque para ganar el partido; se limitó a pinchar las ruedas del autobus rival para tratar de que no llegase al campo y vencer por incomparecencia. Promete, lógico, que será el presidente que acabe con la crisis.
Su mandato puede ser largo hasta que el quiera o corto como un suspiro. Me explico. El PP puede atesorar, si Javier Arenas gana la Junta, el mayor poder jamás conocido por un partido en democracia. Sólo se le resistirían una Cataluña en la que empieza a dejar de ser un "outsider" y un País Vasco en el que Patxi López respira con el aire de Antonio Basagoiti. Enfrente, el PSOE vela armas para una travesía en el desierto con media botella de agua, y con la sombra de una fuerte confrontación interna acechando. No parece lo mejor para tratar de mermar la previsible mayoría absoluta del PP.
En contra: vender que "ya sacamos a España una vez de la crisis, y lo volveremos a hacer". Subyace una idea de que tratarán de aplicar las recetas del 96. Imposible: no hay moneda que re/devaluar según convenga ni empresas -Repsol, Endesa, Trasmediterránea, etc- con las que soltar lastre para correr más rápido. Lo único que se puede vender a buen saldo es la sanidad o las escuelas. Y ahí estaría el PP traspasando una línea roja demasiado sensible. La contestación social puede ser enorme: lo hace la "terrorífica derecha", no la pobre izquierda por "presión de los mercados". ¿Captan?. Y máxime cuando, a diferencia de 1996, Rajoy no controlará la Educación o la Sanidad. Está en manos de las autonomías.
Tendrá la clave si es capaz de atemperar los ánimos más "neocons" dentro de su propio partido y poner las cosas en manos de los más sensatos de la clase. Y ahí deberá demostrar capacidad de consenso, casi de torero, de liderato. Aunque para ello deba hacer algo en lo que, hasta el momento, no se le conocen registros: actuar.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Pues si: cambió el mundo

Se que tal día como hoy también murió Salvador Allende, y que comenzaba un régimen de terror que, por desgracia, fue mucho más allá de las manos destrozadas de Víctor Jara. Se que tal día como hoy Horacio Villalobos tenía una cita con el presidente legítimo de Chile y que, caprichosamente, la historia quiso que fuera aquel joven y barbudo argentino el que fotografiara por última vez con vida a quien, siendo ministro de Sanidad, contribuyó junto a un diplomático de su país al exilio de muchos españoles a bordo de aquel Winnipeg . Se que tal día como hoy, mientras agonizaba como consecuencia de un cáncer que probablemente -macabra ironía- lo libró de cosas peores, el consul chileno en el París de la contienda española, Pablo Neruda, veía horrorizado como su galgo terrible no sólo partía, sino que devoraba, mientras preguntaba a las puertas de la muerte que había pasado con el hijo de Manuel y Amanda.

Pero hoy es, aunque sea por mi edad, el décimo aniversario del día que cambió el mundo y que marcó a mi generación. El día en que dos gigantescas torres de amianto eran derribadas como consecuencia de la sinrazón y el fanatismo. Y advierto: tratar de encontrar explicaciones al terrorismo es, aparte de una pijotada progre, tan injusto como tratar de encontrar alguna justificación a los aviones devastando La Moneda. Yo mismo caí en esa tentación en algún momento, y me arrepiento de ello.

Claro que cambió el mundo. Nos dimos cuenta de que no éramos tan guapos, tan buenos y tan invencibles como creíamos que eramos. Nos dimos cuenta de que se nos odiaba, de que no íbamos a estar tan seguros como antes en nuestras casas y tuvimos que renunciar a parte de nuestras libertades a cambio de una mayor seguridad. O, dicho de otro modo: en el nombre de la segunda, se nos secuestraron parte de las primeras.

Nació un vergonzoso Guantánamo y nos sangró el alma por Madrid, Londres o Balí. Confieso que no sentí la menor pena por la muerte de Bin Laden -si es que fue el 2 de mayo y no antes como afirmaba Benazir Bhutto- y confieso que se me cayó el alma a los pies cuando, en mi única visita a la ciudad de los rascacielos, tuve delante mía el tremendo boquete que el fanatismo había hecho de las dos torres.

Si, confieso que lloré aquella mañana de turismo por N.Y. Confieso que me sentí ridículo y frívolo cuando, en la iglesia ubicada justo enfrente del Wold Trade Center y en la que rezaba George Washington, entré con la curiosidad del turista/periodista. No pude hacer más que una foto. Me quedé con las imágenes que se habían colocado a modo de santuario de los bomberos que se refrescaron en aquella iglesia para encontrar la muerte cien metros enfrente. Posiblemente, entre aquellas fotos estaba la imagen del chico de origen coreano a cuyos padres me habían enseñado esa mañana. "Jamás volvieron a sonreir", me dijeron. Y por cierto: había apellidos hebreos entre los muertos.

Si, cambió el mundo. Occidente tuvo cargo de conciencia, y todos empezamos a sospechar del diferente por el hecho de serlo. Y hubo mucha gente en Occidente que relativizó la presencia de EE.UU en el mundo y la dibujan como el demonio de las siete cabezas. Mucha de esa gente obvia, por ejemplo, quien liberó a Europa del fascismo, se les queda carita de imbécil cuando se les pregunta que hacen viviendo aquí y no en La Habana o Basora y hace esas críticas viendo NBA, cine de Hollywood, comienzo pizza, fumando Marlboro o bebiendo Jack Daniels o Coca Cola.

A lo que iba: que el 11 de septiembre fue un mal día para la humanidad. Por tanto, hoy como hace un año y como hace nueve, ruego a ese Dios con el que me peleo a diario por todas las víctimas del 11 s. Las de Manhattan y las de Santiago de Chile.

jueves, 25 de agosto de 2011

Nueva York se muere de hambre

Imaginen, por un momento, que la ciudad de Nueva York aparece llena de cadáveres. 13 millones de personas, en la Quinta Avenida, Queens o Chinatown, han fallecido de golpe y porrazo. Sólo han sobrevivido unas cuantas personas, pertenecientes a la Cruz Roja internacional que venían advirtiendo de las consecuencias de no tener en cuenta sus avisos.
Imaginen, por un momento, que un grupo de tipos de esos con corbata y a los que no conoce nadie salen ahora encogidos de hombros, cariacontecidos y dicen que "efectivamente, hemos hecho todo lo que hemos podido. Nos hemos reunido, por lo menos, dos veces en un mes".
Imaginen, por un momento, que a alguien le da por culpar a esos tipos de que hayan muerto 13 millones de personas. Seguramente, ese alguien sería tildado de antisistema, de loco o de terrorista e, inmediatamente, alguien saldrá hablando de la amenaza para la paz y la seguridad mundial que suponían los 13 millones de neoyorquinos muertos.
Ahora imaginen que no hablamos de Nueva York. Ni de muertos, pero si de agonizantes: pieles hinchadas, ojos a punto de reventar, niños famélicos. Imaginen que existen. Qué se están muriendo ahora. Y que son de Kenia, Somalia o Sudán del Sur. Da igual. "Llevan toda la vida así", dirá alguno.
Trece millones de personas, la población de París o Nueva York, corren el riesgo de morir como consecuencia de una hambruna. Probablemente, en lo que yo tardo en escribir esto y ustedes en leerlo muchos hayan muerto. Gente como usted y como yo, de piel marrón. Eso si: la ONU -organismo dedicado a la paz mundial, y que en su existencia no ha conocido un sólo día sin guerras- y la FAO -organización alimentaria, y mejor me callo- se han reunido, y hasta han emitido un comunicado solidarizándose con las víctimas.
Efectivamente. El ser humano da asco.

sábado, 30 de julio de 2011

De nombres y coincidencias

Conde de Barcelona y Rey de Aragón, la incorporación a sus dominios durante su período regente de las Baleares y de las actuales provincias de Valencia y Murcia valieron a Jaime I el sobrenombre de El Conquistador. Viene a colación porque el otro día, viajando a bordo del Jaume I me dió por pensar que la historia, los nombres y la reiteración suele dar lugar a curiosas e hijopúticas situaciones.
Jaime I dió nombre, con el tiempo, a un destructor que bombardeó Ceuta durante la Guerra Incivil. Y ahora lo que bombardea, directamente, es nuestra paciencia. No el destructor, sino el barco de pasajeros. Fue especialmente cachondo montarme en el Jaume I -cosas del bilingüismo-con un curioso anuncio de la Generalitat Valencia serigrafiado en uno de sus costados el día en que la CAM pasaba a ser intervenida por el Banco de España. Curioso barco ese, con los émulos de Manolo Sáiz (venga, venga, venga va) llegados desde el Este dirigiendo el Scalextric. Perdón, garaje.
Es como lo de la candidatura olímpica de Madrid. A mi, que presento grandes dosis de cabronina en vena, lo que me entusiasma no es ver al Usain Bolt de turno arrasando La Peineta. Lo que de verdad me gusta es que alguien en las intentonas para el 12 y 16 decidió que el tiro olímpico iría a Paracuellos del Jarama, aludiendo a la "arraigada tradición del lugar". Con un par.
Y el remate ha sido la convocatoria electoral. No había mejor fecha. No. El 20 de noviembre. La coña de Elecciones Generalísimas ya arrasa en internet. Ayer, un buen amigo más rojo que el Bitter-Kas, me decía que era un incentivo para mover a las bases que Rubalcaba (o Rubalcalva, como he leído en alguna ocasión) fuera presidente electo el mismo día en que el del Brazo Incorrupto de Santa Teresa selló el pasaporte. Claro, que si tenemos en cuenta que el dictador en cuestión era gallego, como Rajoy, no hace falta que les diga que la hipótesis de que un hijo de Galicia vuelva a gobernar España precisamente un 20-N promete grandes momentos de humor. ¿Verdad?.