viernes, 15 de junio de 2012

Un perroflauta en Bruselas

No se si habrán caído, pero hay una serie de organismos que aparecen revestidos de prestigio y de santidad, cuando en la práctica poco o nada aportan. El Senado de España o las Diputaciones Provinciales, pero a nivel internacional quisiera saber para que sirven el Parlamento Europeo o la propia ONU, que tras unos cuantos centenares de muertos ha logrado, al fin,  ponerse a funcionar en Siria y enviar a Koffi Annan como gran mediador de la humanidad. Los generales del Ejército sirio así como el presidente y su familia todavía no han podido parar de correr, henchidos de pavor, tras conocer que las Naciones Unidas habían decidido enviar a un mediador internacional. De hecho, a Assad se le he visto con barbas de dos semanas y llorando de miedo en una desviación a la salida de Pontevedra.
Uno de ellos es la Comisión Europea. Que servir, servirá para algo, digo yo. Pero desde luego la agilidad no es lo suyo: llevan con videoconferencias y cumbres bilaterales para arreglar la crisis desde que Karanka (perdón, Luis De Guindos) aún tenía despacho en Lehman Brothers. Y ahora sólo se les ocurre tirarles de la oreja a unos ciudadanos griegos que deben sentir que tienen dos opciones: o seguir lo que quiera Bruselas hasta el próximo recorte y de ahí hasta vender el Partenón en fascículos o votar lo que les de la gana, salga el sol por donde quiera. Si a la hora de emitir mi voto lo único que tengo claro es que gane quien gane me van a seguir recortando mis pensiones, les prometo que la rebeldía sería mi opción.
Pero, por una vez, escucho una propuesta de la engañifa esa que tenemos por Gobierno europeo que me suena a humana, a cercana a la calle, a lógica. Se trata de la de Joaquín Almunia: secretario general y candidato del PSOE a La Moncloa que fue.
Consiste en liquidar a aquellos bancos que sean deficitarios, que reciban capitales públicos y vuelvan a caer en el déficit. No es otra cosa, pues, que ponerle al fin puertas al campo. Pero resulta que no, que la propuesta de Almunia parece que, de aplicarse, alteraría el eje de rotación de la Tierra.
Pues no tengo claro del todo por qué, pero no me parece mala la propuesta del comisario de los números en Bruselas. Y desde luego no entiendo por qué traiciona o entra en conflicto con España. Y no entiendo porqué el partido que sustenta al Gobierno de la Nación ha montado en cólera.
¿Qué los bancos deficitarios cierran?. Vale: son los mismos que inflaron el ladrillo, dieron hipotecas hasta al gato triste y azul de Roberto Carlos, pusieron nuestros ahorros en entidades de capital riesgo que ahora atentan contra nuestro Estado del bienestar, expropian viviendas, ahogan el crédito e inflan balances contables. Y encima nosotros, con nuestros impuestos, tenemos que pagarles. Y encima, para una vez que alguien con cierto poder dice lo que pensamos millones, se arma la de San Quintín.
No se como acabará esto: espero que algún día hablemos de Mariano Rajoy como un visionario, que supo ver caer el balón antes que nadie. Sólo eso explicará determinados movimientos en política exterior. A Dios gracias que Uganda queda lejos. Muy lejos.
Igual Almunia, de quien por cierto alguien tan de derechas que paraba los taxis con el brazo levantado me admitió una vez que podría haber sido un gran presidente, es un perroflauta. No lo se. No le voté en el 2000, antes al contrario, pero encuentro más sentido en sus palabras que en no llamar a las cosas por su nombre. O sea: rescate a lo que es.

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