Decía Romano Prodi que "Europa no era vieja, sino sabia" como respuesta al desprecio de Donald Rumsfeld sobre la actitud de la Unión ante la Guerra de Iraq. No le faltaba razón al ex presidente de la Comisión, ex presidente de Italia y experto en conversaciones con el Más Allá: Europa es sabia, o debería serlo, no por capacidad sino a golpe de sangre y vísceras.
Una de los fenómenos más aterradores que, en los últimos tiempos contemplamos, es el de la generalización. El de la pixelización del colectivo. Sin salir del ámbito europeo, las últimas dos veces que alguien generalizó en nuestro continente acabamos con seis millones de judíos muertos en las cámaras de gas y un conflicto que desgarraba los Balcanes mientras el resto del mundo brindaba con champán sobre los restos del Muro de Berlín.
Generalizar, siempre, es la mayor de las injusticias. Y el principio hacia el buenismo, origen de todo fascismo. Ya sean menores extranjeros, catalanes muertos en un avión o vacunas que producen cáncel, según el intenné. Ahí tenemos los resultados.
La generalización siempre es errónea, aunque sea en positivo. Pensar que todos los refugiados o MENAS son unos seres desvalidos sin maldad es tan peligroso como considerar que todos son unos asesinos ávidos de sangre fresca. ¿Qué ejemplo de refugiado es el válido?. ¿El de los que han cometido espantosas violaciones en Colonia o el de los que evitaron un atentado en Alemania porque, precisamente, venían huyendo de aquel horror?. La simplificación de la política, entre "progresistas" y no progresistas. Conozco auténticos retrógrados que votan a la izquierda y gente de mentalidad avanzada que votan a la derecha. Y al revés. Es como lo de ser del sur y saber bailar sevillanas o cantar flamenco. Si me arrancara por Farrucas, Morente o Camarón volverían del otro lado para maldecirme.
Los estibadores: unos héroes de la clase obrera o unos desaprensivos que les trae al pairo arruinar un país. ¿En qué quedamos?. Ahora mismo, a los únicos que quiero ver como entes similares, "tós por igual", es a los costaleros de la próxima Semana Santa. Por cierto: a quien no le guste, que no mire. Tan difícil no es.
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