Dicho lo cual, que nadie caiga en el error de simplificar en Mas toda la culpa de lo ocurrido en Cataluña. Ni en mil vidas tendría tanta fuerza, máxime sin ser nacionalista de postín sino viniendo desde los terrenos de la ambigüedad. Como en cualquier relato de mi añorado José Luis Alvite, o trepaba por el muro, o le cosían a balazos en el callejón con un gato negro como único testigo.
No. El (único) culpable no es Mas.
A la hora de repartir porcentajes de culpa, habría que mirar también a Madrid. Si, a Madrid. No comparto el discurso simplista del "Espanya ens roba", que vale como justificación para casi cualquier cosa. El problema es la displicencia, el buenismo y que los dos grandes partidos han odiado más al rival de lo que han querido a España.
Felipe González no dudó en echarse en brazos de Jordi Pujol en 1993. Aznar pasó del "Pujol, enano, habla en castellano" a hablar catalán en la intimidad en menos de 24 horas. Zapatero aceptó "todo lo que me diga el Parlament" sin reparar en el precedente de subordinar el Congreso nacional a un Parlamento autonómico y Rajoy echó gasolina al incendio con la recogida de firmas en contra del Estatut de 2006. Unámosle una crisis sin precedentes -cuando cae la cartera, siempre sube la bandera- y tenemos el caldo de cultivo perfecto para lo que ocurre al otro lado del Ebro. Y la inédita altura de Estado de Pedro Sánchez no ayuda: pretender armar un Gobierno perdiendo un millón y medio de votos y 20 escaños con respecto al peor resultado de la historia de su partido da idea de que se encuentra en el mismo callejón que Mas.
No, el ex president no es el único culpable.Y soy consciente de que este es el mismo análisis que hacen Pablo Iglesias o Iñigo Errejón. Me alegro por ellos.
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