La palabra espía, necesariamente, no tiene por qué tener la connotación tan negativa que en principio nos sugiere. Desde que el hombre está en el mundo, siempre ha querido saber que pensaba el de al lado, el de la tribu rival, el del país vecino. El espionaje es el músculo del Estado, queramos o no.
Ha caído en mis manos, merced a una gentileza de su autor, el libro "Espías y traidores", de Fernando Rueda. Menciona a los 25 mejores dobles agentes de la historia, cinco de los cuales eran españoles. Posiblemente, si habláramos de los mejores espías de todos los tiempos la "cuota nacional" se ampliaría al menos en dos: Domingo Badía "Ali Bey", primer occidental en entrar en La Meca, y mi paisana Africa De las Heras Gavilán "Patria", mujer bellísima y con una participación capital, por ejemplo, en el asesinato de Leon Trotsky en Méjico. Juan Puyol "Garbo" -acaso el español más influyente de la pasada centuria- figura, con honores y en páginas centrales, en el libro de Rueda.
La historia de algunos -como la de Robert Hansen- es deleznable; traicionar sentimientos y pasaportes por una cuestión del vil metal o de ego. Pero hay historias verdaderamente conmovedoras; de amor, de gente que quería acabar con el comunismo por puro ideal y sin más ambición material que maderas para practicar esa carpintería que tanto les relajaba, de gente que supo sacrificarse y a la que hoy generaciones enteras de demócratas empezamos a descubrir y admirar.
Hay algunos que aún están con nosotros, y que aún sienten el sudor frío cuando escuchan pasos detrás suya. No quiero ni pensar que habrá sido de quien seññalara a los norteamericanos el lugar donde se escondía Osama Bin Laden, por ejemplo, ni que sería de algunos infiltrados en la Mafia si se descubriera quien pegó el chivatazo en las detenciones de Bernardo Provenzano o Totó Riina.
La labor del espía, silenciosa y callada, debe ser ingrata. El ver como hay gente que se pone una medalla a costa de su pellejo. La amargura de saber que se irán al otro lado y nadie les dará una placa. En los últimos años, hemos vivido el desmantelamiento de la mayor pesadilla colectiva de este país en medio siglo. A algunos dobles espías, traidores, les estaremos siempre eternamente agradecidos. Algún día, Mikel Lejarza "Lobo", y sólo Dios sabe cuantos como el, tendrán el reconocimiento debido...
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