1) Pedro Sánchez cede senadores del PSOE para que DyL y ERC tengan grupo propio. O sea, los que apuestan por la independencia. La suma de ambos grupos -si hubiera tanta 'química' entre las dos formaciones- bastaría para hacerlo sin la ayuda socialista.
2) Iceta, líder del PSC, se mostró bastante conciliador en el debate de investidura de Carles Puigdemont. Este ha dicho -atención- que NO declarará unilateralmente la independencia de Cataluña y que lo que va apreparar es una Constitución catalana. Curiosamente, el límite que han puesto Susana Díaz y Fernández Vara ha sido el de la unidad de España. Algo sobre lo que Puigdemont recula levemente.
3) Lo de una Constitución podría casar, perfectamente, con la solución del Estado Federal que propone el PSOE. Solución de la que, de momento, no conocemos más que el nombre. Dicho sea de paso.
4) Teniendo en cuenta que PSOE + Podemos + UP suman 161, son dos menos que PP + Ciudadanos. Pero luego están el PNV y Coalición Canaria, especialistas en levantarse cada mañana electoral al grito de "¿quienes hemos ganado?". Ambos aportarían 7 escaños, más otros tantos de DyL. Bingo. Lo justo para la investidura.
5) DyL -antaño Convergencia- conseguiría seguir "siendo fuerte en Cataluña para decidir en Madrid" y, con un apoyo puntual a este pacto, volver a situarse en el centro de la política catalana, desplazando de ese lugar a ERC, con Ciudadanos en fuera de juego y un PSC que podría recuperarse si Iceta sigue jugando el papel de "hombre puente". Luego, DyL tendría la opción de hacer oscilar su voto para ser aún más decisiva.
¿Les extraña?. La política es el único campo de la vida en la que rezas el rosario para tener después sexo duro con el diablo.
domingo, 17 de enero de 2016
domingo, 10 de enero de 2016
Mas no es el único culpable
Estoy tan cerca de apoyar a cualquier nacionalismo como Salvatore Adamo de ganar la Lámpara Minera de La Unión. Yo también estoy entre los detractores de Artur Mas: una 'rara avis' de esas capaces de ser más fuerte cuanto peor son sus resultados y más desapercibida es su gestión en el día a día. No puedo negar que sentí cualquier sensación lejana a la pena a la hora en que el ya ex president confesaba su derrota y asumía irse a su casa. Devorado, como Victor Frankenstein, por su propio monstruo: pretender que el partido del establishment y los antisistema -los más coherentes en este asunto: conste- casen como parecen hacerlo Zidane y el Bernabéu.
Dicho lo cual, que nadie caiga en el error de simplificar en Mas toda la culpa de lo ocurrido en Cataluña. Ni en mil vidas tendría tanta fuerza, máxime sin ser nacionalista de postín sino viniendo desde los terrenos de la ambigüedad. Como en cualquier relato de mi añorado José Luis Alvite, o trepaba por el muro, o le cosían a balazos en el callejón con un gato negro como único testigo.
No. El (único) culpable no es Mas.
A la hora de repartir porcentajes de culpa, habría que mirar también a Madrid. Si, a Madrid. No comparto el discurso simplista del "Espanya ens roba", que vale como justificación para casi cualquier cosa. El problema es la displicencia, el buenismo y que los dos grandes partidos han odiado más al rival de lo que han querido a España.
Felipe González no dudó en echarse en brazos de Jordi Pujol en 1993. Aznar pasó del "Pujol, enano, habla en castellano" a hablar catalán en la intimidad en menos de 24 horas. Zapatero aceptó "todo lo que me diga el Parlament" sin reparar en el precedente de subordinar el Congreso nacional a un Parlamento autonómico y Rajoy echó gasolina al incendio con la recogida de firmas en contra del Estatut de 2006. Unámosle una crisis sin precedentes -cuando cae la cartera, siempre sube la bandera- y tenemos el caldo de cultivo perfecto para lo que ocurre al otro lado del Ebro. Y la inédita altura de Estado de Pedro Sánchez no ayuda: pretender armar un Gobierno perdiendo un millón y medio de votos y 20 escaños con respecto al peor resultado de la historia de su partido da idea de que se encuentra en el mismo callejón que Mas.
No, el ex president no es el único culpable.Y soy consciente de que este es el mismo análisis que hacen Pablo Iglesias o Iñigo Errejón. Me alegro por ellos.
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