No, Pablo Iglesias, no. La tragedia no es que no se cuantos presos de ETA estén dispersados por varias cárceles de España. No. La tragedia es mayor: son casi 900 tragedias mortales más otras anónimas: hombres y mujeres huérfanos, viudos, ignorados, lesionados de por vida. No, profesor Iglesias. La suerte de los 'gudaris' no es el drama.,
El drama es, por ejemplo, el de las personas que tal día como el pasado viernes de hace 28 años tuvieron la mala ocurrencia de ir a Hipercor a comprar un regalo o los últimos avíos para la comida. La tragedia es la de un anónimo contable secuestrado en un pequeño pueblo y asesinado dos días después a sangre fría o la de un brillante ingeniero que quince años antes corrió la misma y maldita suerte. Estas dos tragedias se llamaban Miguel Angel Blanco y José María Ryan. Y todavía me dejo otras ochocientas y pico sin nombrar.
La tragedia, al margen de los ríos de sangre, es que hayamos tardado tan poco en relativizar. En tomarnos esto a la ligera y buscar la maldita equidistancia. La tragedia es que se vea como una simpática travesura que alguien haga chistes del más bastardo gusto sobre víctimas de atentados, violaciones y genocidios. La tragedia es que, cuando alguien delante de un ordenador falta voluntariamente a la dignidad de tantas víctimas -no lo digo solo por el tal Zapata: ¡¡ Ay, Manuela !!- lo primero que se hable sea de una política fascista de Interior, del quebranto a la libertad de expresión y de que estos vayan a la cárcel y no Urdangarín o Rato. Como si una cosa tuviera que ver con la otra. La tragedia es que a cierta izquierda ETA le sigue pareciendo un conflicto político. No fue un conflicto, ni un enfrentamiento: en este caso, muchos pusieron la nuca y algunos la bala y el pasamontañas. Por cierto ¿no es igual de trágico el número de personas encarceladas por delito contra la Salud Pública cumpliendo prisión en el extremo opuesto a su casa?. La tragedia es que de los cuatro o cinco pilares básicos de la democracia -sufragio universal, presuncion de inocencia, derecho a la propiedad privada, libertad individual y respeto a la divergencia-, en su caso solo parezca estar garantizado el primero. Ergo, la tragedia es que quince meses después de la muerte del mejor presidente de este país su obra haya sido tan mal gestionada que usted aparezca como alternativa a Rajoy o un 'ucedizado' PSOE para dirigir España.
Sin acritud ni cariño.