"Nada hay que guste más a la gente de los héroes que verlos caer". La frase, más o menos en esa literalidad, es de Willem Defoe en Spiderman. Pero representa a la perfección la injusticia con la que en las últimas horas s eestá tratando al Barça de Villanova, y en particular a este último, por la humillante y dolorosa derrota ante el Bayern de Münich en semifinales de la Champions.
De entrada, decir que ya en la ida tuve la sensación de que el conjunto muniqués es imparable, salvo a partido único. Le metió cuatro al Barça, pero en un correcalle de ida y vuelta no creo que le hubiera ido mejor a otro equipo que no fuera el equipo culé. Un conjunto temeroso, desdibujado, agarrotado. Sin fuerzas. Sin ánimos ni imaginación para reinventarse; una y otra vez maravillando con lo mismo hasta que, como el payaso olvidado, el truco ha dejado de tener gracia o todo el mundo ha descubierto que el conejo salía de un doble fondo tras el atril.
Ante esto, a Tito Vilanova se le pueden hacer reproches: una errónea preparación física que le ha servido para atesorar una impresionante renta en la primera vuelta, pero para llegar sin fuerzas y con la lengua fuera al tramo decisivo de la temporada. Y el mérito de la primera vuelta blaugrana es, no lo olvidemos, en comandita con el Real Madrid: cuatro derrotas en cuatro viajes a Andalucía en un club con un vestuario ardiendo por un quítame allá esos egos.
Pero visto con perspectiva, el barcelonismo podrá vender que fue eliminado por Bayern y Real en Champions y Copa, pero en semifinales y que el aplazamiento de La Décima hace menos doloroso el golpe. Que, a fin de cuentas, resultó campeón pese al escaso fondo de armario. Y todo ello en medio de la tormentosa situación personal de Vilanova; al igual que Johan Cruyff en su primera Liga, ausente buena parte de la temporada debido a una enfermedad afortunadamente superada o en trámites de.
Yo tampoco hubiera sacado a Messi contra el Bayern: arriesgarse a una rotura total del jugador para unos cuantos meses por intentar remontar un ¡4-0! al equipo alemán hubiera sido arrojarse a los pies de los caballos. Que a nadie le quepa duda de que si la gesta hubiera sido de menor calado o el Barça se va con 2-0 al descanso, Messi hubiera jugado. Y tanto.
La injusticia en el caso de Vilanova, como ocurrió con Cruyff o el Madrid de los galácticos, es que el público culé está demasiado bien acostumbrado. En los últimos veinte años, han pasado al final de Les Corts de ser un equipo que salvaba temporadas ganando el clásico en el Nou Camp o una Copa de vez en cuando a coleccionar Copas de Europa. Tiene a un vestuario con tipos que lo han ganado absolutamente todo; ya somos felices ¿ahora que hacemos?, dice el poema. Y me da la impresión de que nunca confiaron excesivamente en el; que quisieron prolongar el guardiolismo sin Guardiola.
Y dejo, para el final, una perversa reflexión. Cuando Juan Pablo II murió, el Cónclave eligió a Joseph Ratzinger, decano del Colegio Cardenalicio, como su sucesor.Muchos vieron (vimos) en el cardenal alemán a un mero continuista de la gestión de su antecesor en la Silla de Pedro. Pero Benedicto XVI demostró tener inquietudes e ideas propias, incluso distintas a las de su venerado antecesor. Posiblemente ello le enfrentó a la Curia. El final del pastor alemán lo conocemos todos. Vilanova, cual Papa emérito, también tiene su estilo de hacer las cosas. Y, como a Ratzinger, su falta del carisma ante la imagen de su predecesor le ha enfrentado a parte de la parroquia. ¿Habrá un momento Benedicto de Tito?. El tiempo lo dirá.
Fdo: Un bético con un marcado ramalazo merengue
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