Se que en los últimos tiempos mezclar las dos palabras que encabezan este artículo es como decir bomba en un avión o Figo en el Nou Camp: aténgase usted a las consecuencias. Pero no me refiero al complejo -y pestilente: la legitimidad de las urnas no transforma la mierda en colonia- asunto de las prejubilaciones o ERE's tan falsos como una moneda con mi cara. No.
Me refiero a que los electores andaluces prejubilaron, sin saberlo pero irremisiblemente, a los tres dirigentes de los principales partidos políticos de la comunidad más grande de España. Guarden, si quieren, este artículo. Y recuerdenme que les invite a cenar si el trio Arenas-Valderas-Griñán sigue siendo la oferta a los votantes andaluces en 2016.
Todos tienen motivos para decir que ganan, es cierto. Pero todos para sentir que tienen la puerta de salida más cerca del despacho que el jardín con fuente. Empecemos.
Los resultados de Javier Arenas son, sin lugar a dudas, meritorios. No hay que olvidar que por primera vez en la historia el PP andaluz logra ser el más votado, la formación de referencia en unas autonómicas, completando además el ciclo de municipales y generales. ¿Cual es el problema?. Dos, a mi juicio. Uno no haber encontrado en la historia, en su propia trayectoria vital, la respuesta y no haber intentado el "sorpasso" que le dejó en las puertas de San Telmo en 1994. Es decir: tender puentes con IU y convencer a un viejo amigo de que el enemigo común era el PSOE. Y el segundo error, el creer que ya estaba todo hecho. No acudir al debate, dejar una silla vacía delante de los espectadores de la televisión autonómica con más audiencia -si, es cierto- del país ha sido una "arriolada" demasiado gorda. Definitivamente, el PP tiene un panorama incierto con Arenas. Pero también más allá de el. "El que ha de venir" hace tiempo que se fue sin ni siquiera llamar a la puerta. Se llama Manuel Pimentel.
José Antonio Griñán ha demostrado tener mejores habilidades para el cálculo electoral que lo que presumía todo el mundo. Sabía que tres meses desde la toma de posesión de un Gobierno Rajoy con algunas medidas perentorias le iban a beneficiar. Y a fe que lo ha hecho: jamás una derrota fue tan dulce ni una victoria tan amarga, como diría Alfonso Guerra. Pero no deja de tener una edad -66 años- y no deja de ser el primer secretario general del PSOE-A que pierde unas autonómicas contra el PP. Y encima va a tener que afrontar un viaje con la siempre incómoda e imprevisible compañía de IU.
Y Diego Valderas, por último. Ha duplicado votos y escaños, tiene las llaves de San Telmo y gozará de una influencia a la altura de la del propio presidente de la Junta. Pero Izquierda Unida tendrá que hacer algo que al comunismo siempre se le dio mal: pasar de la teoría a la práctica. Es decir: gobernar, decidir, dejar descontentos, cadáveres en los armarios y digerir principios para pagar funcionarios. Demasiado desgaste para los chicos del "flower power". Hay un dato a resaltar, también: la abstención, que es más en los votantes del PP que en las filas de la izquierda. O sea: al revés que en el resto del país. El conservadurismo, entre Algeciras y Despeñaperros, no tiene gomina sino el puño cerrado.
Por cierto: no soy andaluz, aunque mis costumbres y forma de ver la vida, evidentemente, si lo sean. Pero pido respeto para Andalucía y sus votantes, independientemente del veredicto que hayan tomado. El mismo, por ejemplo, que me merecen -sinceramente- los valencianos a pesar de tanta Quiebra Mítica.
martes, 27 de marzo de 2012
miércoles, 21 de marzo de 2012
La reina de las mariposas
Agoniza el Ceuta: dentro de unos días podemos vivir la vergüenza de ver como nuestro equipo corre la misma suerte que el Sporting Promesas o el Poli Ejido. La suerte de clubes tan mal gestionados que ni siquiera fueron capaces de acabar la temporada. Y a fe que me duele.
Me duele, porque soy firme defensor de la teoría de que los equipos son el reflejo de las sociedades a las que representan. Nada mejor, por ejemplo, para definir a las "dos Sevillas" que la peculiar idiosincrasia de Sevilla y Betis.
Si damos por buena esa teoría -ustedes ven en su equipo lo que que ustedes viven en sus calles-, desde luego el Ceuta es el mejor ejemplo. Esta ciudad, que arrastra un considerable y preocupante complejo de si misma, y en la que creemos que la ineptitud ajena siempre va a ser mejor que el talento propia -ya se sabe que en Málaga, Sevilla o Algeciras los hacen con dos neuronas más y que fuera de Ceuta el orín huele a dama de noche- no podía resistirse a la tentación de tener un "club señor".
¿Qué es un club señor?. ¿Un equipo que infunda valores como la constancia, el ahorro o el trabajo, a la gente?. ¿Un club que respete al rival y tenga paciencia y sea consciente de que representa, en cada momento, a una ciudad?. No. Eso es un club con señorio. En Ceuta lo hemos entendido al reves.
En Ceuta hemos confundido señorío con despilfarro: no han sido pocos los desplazamientos a Algeciras (¡¡¡Algeciras!!!), La Línea, San Fernando, El Puerto de Santa María, Marbella o Estepona en los que el Ceuta ha viajado dos días antes para "desconectar". Ni los stages de pretemporada en entornos naturales para "fomentar la convivencia". En entornos naturales. Ahora me entero que el Chorrillo o los pinares de García Aldave son polígonos industriales. Y todo esto con dinero público.
Ni los cambios de entrenador, que han dado lugar al histriónico dato de que el Ceuta haya tenido más técnicos en quince años de historia que el Liverpool o Manchester United en más de cien. ¿Un equipo como el Ceuta, fuera del play off de ascenso?. Por favor....
Ni las complejas estructuras -entrenador, segundo entrenador, director deportivo, masajista, preparador de portero, psicólogos, gabinete de prensa, ats/due, etc- que ha tenido el Ceuta. Cuidado: nada que objetar al trabajo de estos profesionales: si lo han cobrado, y lo han cobrado bien, para algo se les requirieron sus servicios. Pero vayan haciendo números.
En conclusión: que el Ceuta, como Ceuta, ha vivido por encima de sus posibilidades. Y que el Ceuta, como Ceuta, se ve agonizando por haber sido cigarra cuando tocaba ser hormiga, por recelos personales y por ese gusto que tenemos en esta tierra de sacarnos el ojo para que el vecino quede ciego. ¿Culpables?. Por lo que he podido indagar en los últimos días, todo el que ha tenido algo que ver con el Ceuta en el último lustre, en mayor o menor medida. ¿Víctimas?. De momento, dos. Por un lado, un grupo de jugadores, técnicos, utilleros y administrativos que se ven en el siempre doloroso trance de pedir dinero a los padres para ir a entrenar, de vivir tres en un piso o de ser desalojados por no pagar el alquiler. Y por otro, el Ceuta que, como la mariposa de Lole y Manuel, pasará dentro de poco de reinar en el prado a quedar expuesto en un museo de breves bellezas muertas
Me duele, porque soy firme defensor de la teoría de que los equipos son el reflejo de las sociedades a las que representan. Nada mejor, por ejemplo, para definir a las "dos Sevillas" que la peculiar idiosincrasia de Sevilla y Betis.
Si damos por buena esa teoría -ustedes ven en su equipo lo que que ustedes viven en sus calles-, desde luego el Ceuta es el mejor ejemplo. Esta ciudad, que arrastra un considerable y preocupante complejo de si misma, y en la que creemos que la ineptitud ajena siempre va a ser mejor que el talento propia -ya se sabe que en Málaga, Sevilla o Algeciras los hacen con dos neuronas más y que fuera de Ceuta el orín huele a dama de noche- no podía resistirse a la tentación de tener un "club señor".
¿Qué es un club señor?. ¿Un equipo que infunda valores como la constancia, el ahorro o el trabajo, a la gente?. ¿Un club que respete al rival y tenga paciencia y sea consciente de que representa, en cada momento, a una ciudad?. No. Eso es un club con señorio. En Ceuta lo hemos entendido al reves.
En Ceuta hemos confundido señorío con despilfarro: no han sido pocos los desplazamientos a Algeciras (¡¡¡Algeciras!!!), La Línea, San Fernando, El Puerto de Santa María, Marbella o Estepona en los que el Ceuta ha viajado dos días antes para "desconectar". Ni los stages de pretemporada en entornos naturales para "fomentar la convivencia". En entornos naturales. Ahora me entero que el Chorrillo o los pinares de García Aldave son polígonos industriales. Y todo esto con dinero público.
Ni los cambios de entrenador, que han dado lugar al histriónico dato de que el Ceuta haya tenido más técnicos en quince años de historia que el Liverpool o Manchester United en más de cien. ¿Un equipo como el Ceuta, fuera del play off de ascenso?. Por favor....
Ni las complejas estructuras -entrenador, segundo entrenador, director deportivo, masajista, preparador de portero, psicólogos, gabinete de prensa, ats/due, etc- que ha tenido el Ceuta. Cuidado: nada que objetar al trabajo de estos profesionales: si lo han cobrado, y lo han cobrado bien, para algo se les requirieron sus servicios. Pero vayan haciendo números.
En conclusión: que el Ceuta, como Ceuta, ha vivido por encima de sus posibilidades. Y que el Ceuta, como Ceuta, se ve agonizando por haber sido cigarra cuando tocaba ser hormiga, por recelos personales y por ese gusto que tenemos en esta tierra de sacarnos el ojo para que el vecino quede ciego. ¿Culpables?. Por lo que he podido indagar en los últimos días, todo el que ha tenido algo que ver con el Ceuta en el último lustre, en mayor o menor medida. ¿Víctimas?. De momento, dos. Por un lado, un grupo de jugadores, técnicos, utilleros y administrativos que se ven en el siempre doloroso trance de pedir dinero a los padres para ir a entrenar, de vivir tres en un piso o de ser desalojados por no pagar el alquiler. Y por otro, el Ceuta que, como la mariposa de Lole y Manuel, pasará dentro de poco de reinar en el prado a quedar expuesto en un museo de breves bellezas muertas
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