Yo, Juan José Coronado Navarrete, ciudadano español nacido en Ceuta el 18 de noviembre de 1977, quiero por la presente expresar lo que a continuación sigue:
1) Mi más rotundo rechazo a la decisión del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo. No se trata de odiar, se trata de Justicia. Y hoy siento que con las víctimas de más de 70 terroristas y violadores no la ha habido. Y que no se vea esto como un avance o una "buena noticia". Es una humillación, por mucho que las leyes lo digan, en toda regla a la dignidad de un país.
2) Ni quiero ni puedo perdonar. Afortunadamente, no me encuentro entre las personas que han tenido que llorar el secuestro y violación de una hija o hermana, ni me han llamado nunca diciendo que un familiar mío es un héroe por tener la mala suerte de comprar en Hipercor o estar destinado en Vic. Si los familiares de alguna víctima o una de estas lo quiere hacer, entiendo que son los únicos moralmente capacitados para hacerlo, tanto como para pedir justicia. Decidan lo que decidan, tienen mi apoyo.
3) Algo me dice que tengo que seguir confiando en las leyes y el estado de Derecho, aunque en esta ocasión hayan hecho renacer tantos momentos de llanto. Jueces valientes y decididos los hay. Pero me comprometo, también, en caso de reincidencia a recordar a quienes han firmado la sentencia y a los que los han jaleado aquellos versos de Víctor Jara tras la matanza de Puerto Montt: señor, su conciencia la enterró en un ataúd y no limpiarán sus manos toda la lluvia del sur.
4) Reniego públicamente de opciones tan deleznables como la pena de muerte como de los extremistas que tratan ahora de pescar en río revuelto. Pero pido a los representantes del pueblo que sigan adelante con las reformas que permitan a tipos como estos estar encarcelados de por vida. Si hace falta firmar, donde y cuando quieran.
5) Si esto lo lee alguien con el alma partida desde una maldita jornada, entiendo que hoy es una jornada de derrota y de decepción. También lo es para mi, como para muchos millones de personas. Por eso sabed una cosa: estáis tristes, pero no estáis solos. Es a lo más que me puedo comprometer: a no olvidaros, nunca, mientras la salud me lo permita. Ni a vosotros ni a los que faltan.